CORRIENTES TEOLOGICAS QUE NIEGAN LA INSPIRACION VERBAL Y PLENARIA DE LAS ESCRITURAS

 

por Armando Di Pardo

Publicado originalmente en: "Tratado de Introducci�n B�blica. La Santa Biblia: Palabra inspirada de Dios". � Copyright Escuela B�blica de Teolog�a ALERTA. Buenos Aires, 1977.

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CONTENIDO

La hip�tesis de inspiraci�n "parcial" y/o "relativa". Definici�n

Sus or�genes.

Sus fundamentos.

Sus errores.

          1) Abuso de la cr�tica textual o baja y de la cr�tica literaria o alta

          2) Abuso de la cr�tica moral

Variantes de la hip�tesis de inspiraci�n parcial-relativa

          A. Variante "�tico-sentimental"

          B. Variante "dial�ctico-existencial"

              1) La corriente "Cristoc�ntrica"

              2) La corriente de la "demitologizaci�n"

 

Corrientes teol�gicas que se basan en la falsa hip�tesis de inspiraci�n parcial-relativa

Neoortodoxia

Demitologizaci�n

Mandato cultural

Positivismo

Ate�smo cristiano o muerte de Dios

Nueva moralidad o �tica de la situaci�n

Teolog�a de la secularizaci�n

Teolog�a de la esperanza

Teolog�a de la liberaci�n

Teolog�a de "proceso"

 

 

 

    1. La hip�tesis de inspiraci�n "parcial" y/o "relativa". Definici�n
    2. La hip�tesis de inspiraci�n "parcial" y/o "relativa" es la suposici�n de que la Biblia, considerada como un todo, NO ES la Palabra totalmente Inspirada de Dios, sino que ES palabra humana. No obstante, CONTIENE palabra de Dios en distintas maneras: sea que la contenga solamente "en algunas" partes (de all� lo de inspiraci�n parcial), sea que la verdad de esa palabra de Dios est� contenida s�lo "en parte" (de all� lo de inspiraci�n relativa).

      Puesto en otras palabras: en la Biblia existen textos que pueden ser tenidos como inspirados, pero tambi�n existen otros que no lo son (inspiraci�n parcial y no total); y hay pasajes inspirados que contienen alguna verdad, pero no la dan en forma total o absoluta sino relativamente o solamente en parte (inspiraci�n relativa).

      L�gicamente, tal hip�tesis exige que se someta a la Biblia a un riguroso y minucioso examen cr�tico que permita establecer o m�s bien "seleccionar" cu�ntos y cu�les sean sus textos "inspirados" y cu�ntos no y, adem�s, cu�l sea la "proporci�n" en que la verdad est� contenida en las partes "seleccionadas". Y va sin decir que all� est�n los "te�logos" y "cr�ticos" modernistas, repartiendo tarjetas de "eruditos" y abriendo consultas esperando que les preguntemos cu�les son esas partes y cu�ndo podemos creer de lo que esas partes dicen. Y va tambi�n sin decir la mar de abusos o excesos o extremos a que llegan tales togados; las mutilaciones de porciones, pasajes, p�ginas enteras y hasta libros de la Biblia; las tergiversaciones y negaciones de la veracidad hist�rica, revelacional y doctrinal, de la Santa Palabra de Dios.

      Conocida es la an�cdota que trata de un ministro modernista que fue a visitar a uno de sus feligreses, enfermo ya por un tiempo. Al llegar a la casa, vio la Biblia sobre la mesa de noche y la tom� para leerle al enfermo alg�n pasaje consolador. Pero grande fue su sorpresa al constatar estaba llena de tachas y cortes, falt�ndole p�ginas enteras y hasta algunos libros prof�ticos. "�Qu� ha hecho usted con su Biblia?", pregunt� algo alarmado pensando que quiz�s el pobre enfermo estar�a a punto de perder su lucidez mental. Pero el mismo, mir�ndole fijamente a los ojos, le respondi�: "Esa no es mi Biblia: esa es la verdad" replic� el enfermo, que agreg� inmediatamente: "Cada vez que usted predicaba dici�ndonos que tal o cual pasaje b�blico no era inspirado por Dios y que estaba lleno de mitos, o que tal o cual libro prof�tico no era otra cosa que pura ficci�n literaria, pues yo cortaba el trozo de p�gina o tachaba o arrancaba lo que usted calificaba como cuento o pura leyenda o folklore de pueblos primitivos e incultos. Y creo que de haber continuado asistiendo a sus reuniones, a esta altura no me hubieran quedado sino las tapas". Y aunque todo esto parezca pura exageraci�n, quiz� no lo sea tanto; y hasta debi�ramos acotar que aquel buen hermano ten�a raz�n y que aun en las tapas se hubiera visto precisado a usar la tijera para cortar de ellas el calificativo de "Santa" que acompa�a al sustantivo Biblia, dejando as� "Biblia", a secas, tan a secas como seca la erudici�n modernista que a tal secamiento conduce.

       

    3. Sus or�genes.
    4. La hip�tesis de inspiraci�n "parcial" y/o "relativa" (que para mayor brevedad llamaremos "parcial-relativa"), es de origen y sustentaci�n complejos. Primariamente, fue incubada por el racionalismo propio de la as� llamada "edad de la cr�tica" y del cual se nutri� la teolog�a liberal que le dio a luz. En segundo lugar, tom� consistencia por las dudas que la teor�a de la evoluci�n sembr� sobre los relatos b�blicos del G�nesis y otras escrituras. Y en tercer t�rmino, se complet� con algunos postulados de la filosof�a "dial�ctica", del "existencialismo" y del "relativismo".

      Antes de entrar de lleno en la consideraci�n de tal proceso, conviene decir que los te�logos y cr�ticos radicales, liberales o modernistas, siempre se han caracterizado por su actitud de rompimiento con las verdades de las "sendas antiguas" (comparar la cita en Jer. 6: 16) y, a semejanza de los atenienses de tiempos de Pablo, s�lo desean ocuparse "o en decir o en o�r alguna cosa nueva" (Hch. 17: 21). Encaminados por inclinaci�n vocacional en tales direcciones, los modernistas han negado pr�cticamente cada una de las doctrinas fundamentales de la fe b�blica e hist�rica, pues incorporaron a la reflexi�n teol�gica y a la cr�tica escritural, los principios del ya citado "racionalismo", que, como es sabido, enfatiza la autosuficiencia de la "raz�n" humana en su estado meramente natural y se opone a toda realidad o a toda acci�n o revelaci�n "sobrenatural".

      Encarnando tales premisas racionalistas, los modernistas comenzaron negando los milagros registrados en las Sagradas Escrituras y siguieron negando la preexistencia y deidad personal de Jesucristo, el nacimiento virginal, la expiaci�n de los pecados en el sacrificio de la cruz y en la preciosa sangre del Cordero de Dios, su resurrecci�n corporal, su segunda venida corporal, etc. No son, pues, cristianos. Pero pasan como si lo fueran y aun ejercen influencia en c�rculos realmente cristianos y participan en campa�as masivas de evangelizaci�n y llevan las almas a sus templos para alimentarlas luego con sus errores. �Por qu� as�? Por much�simas razones, sin duda. Y entre tantas, las sutiles maneras que tienen de presentar sus ideas usando terminolog�a fundamental y reserv�ndose su explicaci�n racionalista. Y enga�an a hermanos sinceros y de buena fe, pero desprevenidos, o que ignoran los hechos.

      La hip�tesis "parcial-relativa" ha servido de mucho a los modernistas para ayudarles a pasar por aceptables en algunos c�rculos de creyentes. Porque ellos pueden usar fraseolog�a como la siguiente: "Nosotros creemos en la Inspiraci�n de la Biblia" y, con tal declaraci�n, pueden dejar satisfechos a muchos. Pero si se tuviera la prudencia de ahondar un poco en lo que ellos quieren decir por tal "inspiraci�n", pronto se descubrir�a que s�lo la aceptan parcial y relativamente, con la real significaci�n de que en la Biblia hay partes inspiradas y partes no inspiradas y que por lo tanto est� viciada por muchos errores. �Enga�o? Por supuesto que s�. Pero hay que tomarse la molestia de indagar y de discernir el enga�o. Y estar apercibidos o al tanto de lo que realmente creen, ense�an y escriben los tales, �nico modo de conocerles. Si tal hacemos, pronto descubriremos que tambi�n hablan as�:

      "El ministro bien equilibrado no se encontrar� perturbado indebidamente por las contradicciones e inconsistencias de las Sagradas Escrituras..." (Comentario B�blico de Abingdon, p. 40).

      La cita hecha es un ejemplo t�pico de lo que est� involucrado en la hip�tesis de inspiraci�n "parcial-relativa", pues como en tal hip�tesis la Biblia no es totalmente inspirada, luego tiene "contradicciones e inconsistencias", como dicen sus propugnadores. Por supuesto que tales "contradicciones e inconsistencias" en el �nico lugar donde deben buscarse es en la cabeza de los modernistas, desequilibrada por el trauma racionalista. Sin embargo, el tal modernista se cree con una mente tan balanceada que se atreve a decirnos que si nosotros estamos "bien equilibrados" no nos vamos a perturbar por los fallos de la Biblia (!). Esto y decir que los que creemos que la Biblia es inerrable somos unos desequilibrados es la misma cosa.

      Adem�s del racionalismo, los modernistas asimilaron los postulados de la teor�a de la "evoluci�n", cuyo impacto en sus mentes tuvo tambi�n parte importante en el origen de la hip�tesis de inspiraci�n "parcial-relativa", pues all� vieron que como la Biblia no concordaba con la evoluci�n, entonces hab�a que corregir a la Biblia. Y la emprendieron contra el G�nesis con sa�a feroz. Mito, leyenda, folklore, cuento religioso, saga, cualquier cosa menos registro hist�rico veraz revelado por Dios. Se plante� una de las tan famosas "contradicciones" entre la Biblia y la Ciencia. Y los modernistas creyeron hacerle un gran favor a la Biblia soslayando el conflicto con eso de que la inspiraci�n y no inspiraci�n, o sea la hip�tesis funcionaba para dejar tranquilos a los combatientes. Y en cuanto a las partes b�blicas en entredicho, pues est�n equivocadas y se acab� la discusi�n. Oigamos a uno de estos modernistas expresarlo claramente:

      "Por cierto ocurre que en la Biblia, en tal o cual de sus p�ginas antiguas o en las doctrinas de ciertos autores de sus libros, se encuentra en conflicto con las informaciones que nos dan, sobre el hombre, nuestras ciencias modernas. No lo discutiremos y, por otra parte, ese hecho no nos incomoda en absoluto. Reconocemos de buen grado que los enunciados de la ciencia no deben ser descuidados por la teolog�a para corregir sus errores. No pensamos reprochar a los autores b�blicos, que escribieron sus libros en �poca pre-cient�fica, el que hayan ignorado lo que nosotros sabemos hoy d�a... el ensayo de explicaci�n que daban del origen del mal en la humanidad como resultado de la desobediencia de una primera pareja, son ejemplos de creencias que no pueden ya reclamar nuestra sumisi�n intelectual." (P. Vergara, en "La Biblia, libro del hombre" en "Qu� es la Biblia", p. 95).

      Ciertamente que al tal erudito, para taparle la boca (comp�rese respecto a esta expresi�n un tanto pesada, la escritura de Tito 1: 9-11), le salen al paso nada menos que el Se�or Jesucristo y el ap�stol Pablo:

      "�No hab�is le�do que el que los hizo al principio, macho y hembra los hizo y dijo: Por tanto el hombre dejar� padre y madre y se unir� a su mujer y ser�n dos en una carne?" (Mt. 19: 4, 5).

      Estas palabras del Se�or que refieren con aprobaci�n a lo que est� escrito en el libro de G�nesis cp. 2 v. 21 a 24, confirman entonces cuanto est� relacionado con el hombre y la mujer, seg�n las Escrituras que cuentan su creaci�n directamente por Dios, su sexo y su constituci�n como matrimonio. Que el se�or Vergara se las arregle ahora con el Se�or Jes�s (que tambi�n vivi� en una �poca pre-cient�fica) y al que ahora el se�or Vergara tendr�a que decirle que corrija su doctrina porque la evoluci�n ense�a otra cosa... Veamos ahora lo que el ap�stol Pablo tiene que decir sobre estos asuntos:

      "Mas temo que como la serpiente enga�� a Eva con su astucia..." (2� Cor. 11: 3).

      "Porque Adam fue formado el primero, despu�s Eva; y Adam no fue enga�ado, sino la mujer, siendo seducida, vino a ser envuelta en transgresi�n" (1 Ti. 2: 13, 14)

      "De consiguiente vino la reconciliaci�n por uno, as� como el pecado entr� en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte y la muerte pas� as� a todos los hombres, pues que todos pecaron." (Ro. 5: 12).

      Ya lo veo al se�or Vergara asi�ndose desesperadamente de la hip�tesis de inspiraci�n "parcial-relativa", para decirnos: "Ah, esos pasajes de los escritos de Pablo, pues como no concuerdan con los datos que nos suministran las ciencias... pertenecen a los lugares "no inspirados" de las Escrituras o, en el mejor de los casos, representan las ideas err�neas de tiempos precient�ficos registradas para nuestra mera informaci�n dentro de un concepto de inspiraci�n parcial-relativa".

      Hermano lector: �Se da usted cuenta ahora que cualquier cosa que les moleste a esos modernistas, pues le aplican su "inspiraci�n parcial" y todos en paz? �Y se da cuenta tambi�n de la an�cdota que relatamos acerca del ministro modernista y la Biblia del feligr�s enfermo no era tan disparatada despu�s de todo? Pues si tiene raz�n el se�or Vergara entonces nuestras Biblias necesitan una poda tremenda.

      Y no s�lo necesitan la poda en cuanto ata�e a la doctrina de la creaci�n y de la ca�da de Adam y Eva y la entrada del pecado en el mundo. Tambi�n la necesitan en cuanto a la salvaci�n, pues da la terrible coincidencia, que todo el hecho redentor se basa en la obra de Cristo para solucionar en primer t�rmino lo ocurrido en el Ed�n, cosa que no ocurri� para nada si el G�nesis es puro cuento. Pues Pablo insiste:

      "De consiguiente, vino la reconciliaci�n por uno, as� como el pecado entr� en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte y la muerte as� pas� a todos los hombres, pues que todos pecaron." (Ro. 5: 12).

      "...rein� la muerte desde Adam hasta Mois�s aun en los que no pecaron a la manera de la rebeli�n de Adam; el cual es figura del que hab�a de venir. Mas no como el delito tal fue el don: porque si por el delito de aquel uno murieron los muchos, mucho m�s abund� la gracia de Dios a los muchos y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo." (Ro. 5: 14, 15).

      O son ciertas, o sea inspiradas, estas escrituras, o nos quedamos no s�lo sin Adam ca�do, sino tambi�n sin el Cristo redentor, pues las Escrituras nos hacen representados "federalmente" para muerte en Adam y para vida en Cristo. Grave, pues, de toda gravedad la hip�tesis de inspiraci�n "parcial" y no total, "relativa" y no absoluta.

      El lector atento ya se habr� apercibido por qu� el modernismo niega tan insensiblemente tantas doctrinas fundamentales. La raz�n es que aplica a los pasajes b�blicos que las definen, su concepto de inspiraci�n parcial-relativa y entonces: o descarta totalmente esos pasajes como no inspirados y en consecuencia rechaza totalmente la doctrina que ellos declaran, o, si les concede el beneficio de una relativa parte de inspiraci�n, con ello reduce al m�nimo la importancia del pasaje y de la doctrina, que se diluye en su concepto como si fuera una mera sugerencia que sirve como materia de reflexi�n para extraer alguna posible ense�anza que no exige para nada ser aceptada como art�culo de fe.

      El racionalismo-religioso se sinti� reforzado con la teor�a de la evoluci�n. Y "razon�" as�: si la ciencia muestra tales errores en la Biblia que de creerlos ser�amos tomados por incultos, es necesario que de una vez por todas nos liberemos del yugo de sumisi�n total que ha mantenido a los te�logos del pasado atados a la letra de los escritos b�blicos. Ahora tenemos "libertad" no s�lo espiritual sino tambi�n intelectual. Por eso, el se�or Vergara termina su frase calificando al contenido del G�nesis, etc., como de: "...creencias que no pueden ya reclamar nuestra sumisi�n intelectual." R. Niebuhr, te�logo neomodernista, lo expres� tan claramente como esto:

      "La historia de la ca�da del hombre en el jard�n del Ed�n, es un mito primitivo que la teolog�a moderna ha desaprobado con satisfacci�n por temor a que la cultura moderna pudiera considerar la creencia en ella como una prueba del oscurantismo de la religi�n." (Citado en "El predicador Evang�lico", octubre-diciembre 1950, p. 181)

      All� sale a la luz el neto racionalismo aplicado a la religi�n por modernistas de antes y de ahora. La autoridad ya no es m�s la Escritura, es la "raz�n" humana que se inclina y somete no a la Biblia sino a las seudo-ciencias de moda en un momento que informan a la "cultura moderna" que parece atraer a la as� llamada "teolog�a moderna", como la luz artificial atrae a los insectos. En cuanto a nosotros concierne, nos sometemos conscientemente a la Palabra de Dios, honrando la clarinada de alerta que Pablo dio a Timoteo precisamente sobre cuestiones relacionadas con la ciencia y la fe, cuando le escribi� dici�ndole:

      "Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pl�ticas de vanas cosas y los argumentos de la falsamente llamada ciencia; la cual profesando algunos fueron descaminados acerca de la fe." (1 Tim. 6: 20, 21).

      Conviene aqu� remarcar enf�ticamente la declaraci�n del ap�stol, de que �nicamente la "falsamente llamada ciencia" puede argumentar contra la Palabra de Dios y contra la fe. Y si es de fe lo registra la Palabra de Dios en cuanto a Adam, Eva, la ca�da, la redenci�n, entonces es falsa la ciencia que se basa en la evoluci�n de las especies para contradecir los hechos del G�nesis. La verdadera ciencia no puede ser "evolucionista" sino Creacionista. Y digamos que muchos verdaderos cient�ficos cristianos se han levantado ya contra la falsa ense�anza de la pseudo teor�a evolutiva y en pro de la verdad creacionista tal como la ense�a la Palabra Inspirada de Dios el Creador. El n�mero de estos hermanos que est�n libr�ndole batalla al error evolucionista se cuenta ya por miles. Y todos ellos tambi�n con t�tulos acad�micos, aunque han debido tener el valor de apartarse de los cauces intelectuales de la sabidur�a de este siglo que se deshace.

      "Pero —alguien dir�— �c�mo es que existen creyentes que creen en la evoluci�n te�sta?" La respuesta es que esos hermanos han cedido terreno precisamente en la doctrina de la Inspiraci�n Plenaria y Verbal de las Escrituras y, lo sepan o no, han ido detr�s de la falsa hip�tesis de inspiraci�n "parcial-relativa". Y esto les ha conducido a una falsa dicotom�a: la de separar el concepto de Inerrabilidad, para concluir diciendo que la Biblia es inspirada y aun infalible en cuestiones de fe respecto de la salvaci�n, santificaci�n, etc., pero no es inerrable en otros asuntos como por ejemplo los relacionados con las ciencias. Arguyen que la Biblia es un libro religioso pero no un tratado cient�fico y, por lo tanto, las cuestiones cient�ficas pueden estar en la Biblia por haber sido inspirado el escritor a ponerlas, pero s�lo como constancia de lo que en esos tiempos se cre�a, as� que, aunque inspiradas no son autoritativas, ya que en esos casos la autoridad est� en las ciencias. Palabras m�s, palabras menos, de eso se trata. Otros tratan de armonizar la Biblia y la teor�a de la evoluci�n, hablando de edades geol�gicas mediante la interpretaci�n del t�rmino "d�a" usado en el G�nesis, como si se tratara de un largo per�odo de tiempo y no un d�a com�n de 24 horas. Que todo esto es caer de lleno en el "relativismo" de los modernistas, que hablan que debe separarse la parte de verdad que los escritos tratan de sugerir, es m�s que obvio.

      No es este el lugar para debatir la cuesti�n de la teor�a de "evoluci�n te�sta", pero s� es el lugar para mostrar que tal teor�a falsa ha venido a caballo de la hip�tesis falsa de inspiraci�n "parcial-relativa". Para eso, debemos referirnos a los otros elementos que han dado origen a esta �ltima, ya citados al principio de esta secci�n y que son: la filosof�a "dial�ctica", el "existencialismo" y el "relativismo".

      De la filosof�a "dial�ctica" vino el aporte del concepto de di�logo entre opuestos: "tesis-ant�tesis" y su resultado "s�ntesis". As�, por ejemplo, por una parte tenemos la Inspiraci�n Verbal y Plenaria y, por la otra parte, su opuesto, o sea la negaci�n de toda inspiraci�n que hace el racionalismo ateo. Entonces el "dial�ctico" toma un poco de los dos opuestos y saca su hip�tesis media o "s�ntesis" o un poco de cada cosa y dice: parte inspirada y parte no, y con ello tenemos la inspiraci�n parcial-relativa, con lo cual el racionalismo-religioso puede escapar de la acusaci�n de incredulidad total y pasar por aceptable en ciertos c�rculos cristianos. Llevado el asunto a la teor�a de la evoluci�n, pues por un lado estar�a el G�nesis con su doctrina creacionista y por el otro lado ciencia con la evoluci�n de las especies, o sea, los dos extremos: tesis y ant�tesis. Pues al unirlos en una "s�ntesis" o campo unificado tendremos: Dios cre�, como se lee en el G�nesis, pero lo hizo por medio de la evoluci�n, como lo dice la ciencia. Y as� naci� la teor�a de la "evoluci�n-te�sta". Es por esto que hemos dicho que tal teor�a vino cabalgando sobre la hip�tesis de inspiraci�n parcial-relativa, nacida del racionalismo, de la evoluci�n y de la dial�ctica combinadas.

      Del "existencialismo" provino la idea de selecci�n, de entre el material de la Biblia, de aquellos pasajes con posibilidad de ser experimentados existencialmente en un momento siempre actual y presente. O bien, de interpretar de tal manera las Escrituras que s�lo tenga validez en el sentido de lo experimentable aqu� y ahora, quedando todo lo dem�s relegado a segundo t�rmino con poca o ninguna importancia. Un t�pico caso de minimizar por medio de enfatizar, una paradoja. O sea, que mientras se enfatiza algo en particular, como lo de real valor, impl�citamente se descarta o minimiza lo que no condiga con ello. Luego, muchas partes de las Escrituras resultan valiosas, pero muchas otras partes no. De all� a lo de inspiraci�n parcial-relativa no hay distancia alguna.

      Finalmente, del "relativismo" provino la negaci�n del car�cter de absoluto de la total revelaci�n b�blica y su reemplazo por lo relativo: lo que puede ser y lo que no puede ser y ambos, al mismo tiempo. Como se ve, este concepto se halla muy emparentado con el anterior. As�, se dice, un texto puede ense�ar algo positivo dentro de algo abstracto o irreal. Y ello no por contraste, como quiz� ser�a l�gico, sino en su misma esencia, lo cual resulta absurdo. Por ejemplo: los relatos del G�nesis son una mera ficci�n pero, sin embargo, nos ense�an alguna real verdad. Un pasaje b�blico puede entonces, dicen, ser "hist�ricamente falso pero religiosamente verdadero". Como lo expresara Niebuhr (te�logo neo-ortodoxo de esta escuela del relativismo) tomando ocasi�n de las palabras de Pablo: "Como enga�adores mas hombres de verdad", d�ndole la vuelta para que concordara con la idea de que aunque ense�amos una mentira al hablar de Adam y Eva y su ca�da por causa de la tentaci�n por medio de una serpiente, sin embargo, decimos una verdad religiosa y es que la posibilidad del mal es un elemento com�n en la especie humana. Verdad y mentira se conjugan armoniosamente dentro de tal "relativismo" y se requieren la una a la otra para cumplir un magisterio. La cuesti�n es saber extraer del mito o de la f�bula o de la ficci�n, o sea de la mentira, la verdad vestida en tal ropaje. As� la hip�tesis parcial-relativa es un producto maestro de tal relativismo.

      Para concluir, sumarizamos: la hip�tesis de inspiraci�n parcial-relativa se origin� en la corriente modernista nutrida de racionalismo-religioso, de la teor�a de la evoluci�n, de la filosof�a dial�ctica, del existencialismo y del relativismo. Toda clase de modernismo, antiguo o contempor�neo, se nutre en alguna manera de tal hip�tesis falsa, que resulta as� su denominador com�n. Haremos bien en estar alertas ante tan sutiles enga�os. Bien lo expresa la Santa Palabra de Dios:

      "Mirad que ninguno os enga�e por filosof�as y vanas sutilezas, seg�n las tradiciones de los hombres, conforme los elementos del mundo y no seg�n Cristo." (Col. 2: 8).

    5. Sus fundamentos.
    6. La hip�tesis de inspiraci�n parcial-relativa se fundamenta en las siguientes proposiciones:

      1) El acercamiento al estudio de lo que —en lugar de inspiraci�n— debe entenderse como el "elemento divino en la Biblia" debe iniciarse, dicen, NO desde una perspectiva o apreciaci�n "sobrenatural" de la Biblia como de origen divino, y SI desde un punto de partida "natural", que toma a la Biblia tal como la ve, o sea, un libro escrito por hombres y, por lo mismo, como un libro humano.

      2) Por ser un libro humano, debe ser abordado como tal y examinado por m�todos cr�ticos exactamente como se hace con cualquier otro libro humano y antiguo.

      3) El examen cr�tico de la Biblia, dicen, muestra errores o fallos de car�cter cient�fico, hist�rico, geogr�fico y hasta teol�gico. No obstante, existe a�n en la Biblia mucho material que puede ser estimado como contenido "elemento divino" o como revelaci�n divina en palabra humana. Luego, la Biblia no ES totalmente inspirada sino "parcial y relativamente" inspirada. Corresponde a la tarea de la cr�tica determinar cu�l sea el real contenido inspirado o elemento divino inspirado e inspirador a la vez, que la Biblia contiene.

    7. Sus errores.
    8. Se equivoca cuando aborda a las Escrituras como un mero "libro humano". Porque un libro humano llega a existir cuando la mente de uno o m�s hombres se conciertan para concebir y escribir sobre un tema o asunto y su voluntad decide realizarlo. No es ese el caso de los escritores humanos de la Biblia. Ellos mismos testifican que no fue as�, como lo leemos en 2 P. 1: 20, 21: "Entendiendo primero esto, que ninguna profec�a de la Escritura es de particular interpretaci�n, porque la profec�a NO FUE en los tiempos pasados tra�da por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Esp�ritu Santo".

      Se equivoca cuando dice que el examen cr�tico de la Biblia muestra sus errores. Lo que debiera decir es que los "cr�ticos modernistas" dicen eso. No es una cuesti�n de "cr�tica" sino de "cr�ticos".

      La cr�tica, en las ciencias teol�gicas, pertenece al campo de la Teolog�a Exeg�tica. El t�rmino deriva del griego "krino" que significa "juzgar", implicando la idea de discernir y luego decidir. Las ramas de la Cr�tica, en s�ntesis, son:

      1) "Cr�tica textual o baja", llamada as� no por inferior, sino porque se ocupa de lo primario, o sea, de verificar la fidelidad del texto b�blico hasta donde tal cosa sea posible en base a las copias de los manuscritos disponibles atentos al hecho de que los originales no se poseen. 2) "Cr�tica literaria o alta cr�tica", que, partiendo del texto verificado por la anterior, trata de inquirir sobre su fecha, escritor o escritores, lugares y posibles fuentes. 3) "Cr�tica hist�rica", que indaga sobre ambientes, circunstancias, fondo y veracidad hist�rica de los hechos registrados y cotejo con otras fuentes. 4) "Cr�tica moral", que dictamina sobre el car�cter de la ense�anza de los escritos b�blicos, sus valores �ticos o morales y su vigencia, aplicabilidad o adaptaci�n a los tiempos, etc.

      Todos esos elementos de la Cr�tica, cuando tratados por manos reverentes, han honrado siempre a las Sagradas Escrituras. Pero digitados por cr�ticos modernistas las han vituperado. �Por qu�? La raz�n est� en el hecho de que los cr�ticos modernistas, para suplir la informaci�n requerida por los esquemas cr�ticos, no beben de las fuentes l�mpidas y fieles sino de las cisternas rotas que son propias de los infieles: no siguen las huellas marcadas por cr�ticos fundamentales que investigaron y confirmaron siempre la Palabra, sino que comulgan con quienes est�n en las arenas movedizas de las opiniones de hombres incr�dulos y lo que extraen de esas playas de sabidur�a del siglo, polutas y enga�osas, les sirve de materia de reflexi�n no en sentido indagativo sino formativo, con el consiguiente l�gico resultado: dudas e incertidumbres, en el mejor de los supuestos; fals�as y negaciones, en la mayor�a de los casos. Por dem�s decir que cuantos "errores" b�blicos han acusado tales "cr�ticos" han sido vez tras vez deshechos hasta atomizarlos, por los cr�ticos fundamentalistas en la fe. Libros, comentarios b�blicos, art�culos especializados, cuentan la historia; y las verdaderas ciencias tambi�n, especialmente en el �rea de los descubrimientos arqueol�gicos.

      Los "cr�ticos" modernistas abusan de la cr�tica. Y por sus m�todos, procedimientos y conclusiones, no se califican como cr�ticos b�blicos en el sentido t�cnico correcto de la expresi�n, sino que se califican como "criticastros", es decir, como censores sin fundamento, de la Palabra de Dios. Sin embargo, para verg�enza de muchos, las conclusiones de tales criticastros han sido y siguen siendo publicitadas y circuladas como si se tratara de la quinta esencia de la erudici�n. Tr�gico para cuantos carecen de discernimiento.

      1. Abuso de la cr�tica textual o baja y de la cr�tica literaria o alta.
      2. Veamos el criterio que suelen seguir los criticastros. Al menor indicio de alguna aparente diferencia en el estilo del escrito o a la menor distinci�n entre nombres o t�tulos de Dios o de personas, en lugar de buscar su armonizaci�n, tratan de desmantelar o desmembrar la escritura. As� nos dicen que en el libro de G�nesis, cuando se lee Dios como traduciendo al t�rmino hebreo "ELOHIM", tenemos una fuente literaria; cuando se lee Jehov� traduciendo al tetragrama sagrado "YHWH" tambi�n traducido Yahv�, tenemos otra fuente literaria; cuando se habla de "sacerdotes" en el Pentateuco, tenemos una fuente y cuando tratamos con la Ley, pues tenemos otra fuente; conclusi�n: Mois�s no es el escritor de los primeros cinco libros de la Biblia y nadie puede precisar cu�ntos fueron los actuantes para producirlos. Pero tal vez alguien pueda pensar que despu�s de todo no es cuesti�n tan grave, ya que lo que importa es que tenemos el Pentateuco en forma acabada. Sin embargo, adem�s del m�todo abusivo y pleno de apreciaciones subjetivas, est� otro hecho grave: el que tiene que ver con el ment�s que tales ideas arrojan sobre la declaraci�n del Se�or Jesucristo, quien afirm� que Mois�s hab�a escrito esos libros (Jn. 5: 46, 47.) �Se equivoc� el Se�or y tuvieron que aparecer los criticastros para corregirlo a El y ense�arnos a nosotros cu�l era la verdad? ABSURDO, para decirlo caritativamente.

        El colmo de ese tipo de m�todo abusivo se dio cuando llegaron a afirmar que en el cap�tulo 37 de G�nesis puede hallarse una subdivisi�n de 26 fragmentos (!), 3 de los cuales en un solo vers�culo (citado del libro "The Inspiration and Authority of Scripture", de Ren� Pache, trad. del franc�s, 1969, Moody Press, Chicago, p. 252).

        Veamos otro caso: "Relatos que originalmente no eran israelitas sino cananeos y babilonios, se hab�an transformado en israelitas. As�, cuentos religiosos que en su origen ten�an relaci�n con el dios cananeo Baal o el babil�nico Marduc o con alguna otra deidad, ahora se relacionan con Jehov�." (As� se expresa el modernista Julio Bewer en su libro "Literatura del Antiguo Testamento", p. 61.) Aqu� se ve el torcido procedimiento del criticastro modernista. Toma de fuentes mundanas para traer dudas sobre la Palabra de Dios, en vez de proceder en manera opuesta, o sea, tomar la Santa Escritura para redarg�ir el error de los mundanos. Y si torcido el procedimiento, �qu� diremos de lo que all� se dice expl�cita e impl�citamente considerado? Una declaraci�n m�s que absurda, rayana en blasfemia, que pretende mostrarnos que las fuentes literarias indignas de cr�dito son las posibles ra�ces de los registros puros de las Sagradas Escrituras.

        Nos oponemos, pues, con toda energ�a, como lo escribe Pablo ap�stol, a "toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios" (2 Co. 10: 5). Por tal raz�n, no comulgamos con ning�n tipo de ense�anza, sea teol�gica o secular, que, con pretexto de "Libertad acad�mica" pretendiere erigirse en "juez" de la Escritura Divina tray�ndola a juicio ante el "tribunal" de la erudici�n mundana infiel bajo la acusaci�n de pretender ser Inspirada por Dios, siendo su fiscal acusador la cr�tica modernista y el "Jurado" los criticastros que ya la condenaron de antemano como mera palabra humana falible y err�nea, no permiti�ndose testimonios favorables por hab�rselos tambi�n prejuzgado como inh�biles para ser tomados en consideraci�n en tal recinto. Parodia de tribunal, de jueces y jurado, marionetas accionadas por "esp�ritus de error" a trav�s de los hilos sutiles de las "doctrinas de demonios" (v�ase 1 Ti. 4: 1, 2). Y no se tengan estas met�foras como inapropiadas o quiz� destempladas o carentes de humildad y caridad cristianas. Por fuertes que parezcan, no son de comparar con la intensidad de expresi�n que la Palabra de Dios usa en las suyas propias, para calificar a sus enemigos disfrazados de ense�adores eruditos. Consulte el lector las siguientes escrituras y lo comprobar�: Mt. 7: 15; 2 Ti. 2: 16-18; 2 P. 2: 1-3, 12-22 y compare Jud., v. 4-13.

      3. Abuso de la cr�tica moral.

      Aqu� es donde los criticastros llegan a niveles insospechados en su atrevimiento irreverente. Toman el esquema de la cr�tica moral, que, como ya se ha dicho, trata de inquirir sobre el car�cter de la ense�anza de los escritos, pero luego no aplican �ticamente o correctamente, tal norma. Pues descolocan los pasajes de su contexto textual e hist�rico (violando de paso las otras ramas de la cr�tica) y buscan los contrastes aislados antes que la armon�a b�blica. Y as� desacreditan las sentencias de un pasaje con relaci�n a las ense�anzas de otros pasajes. De ello, su hip�tesis parcial-relativa extrae conclusiones: este texto o grupo de textos s� contiene elemento divino, pero tales otros no. Veamos un ejemplo, que trata de mostrar que, adem�s de los "errores" antedichos, la Biblia tambi�n contiene "errores" de car�cter teol�gico, o sea, respecto de la doctrina y de la Persona de Dios mismo. Seg�n esto, como veremos, la Biblia presenta un Dios en ciertas partes y otro Dios en otras, con la forzosa conclusi�n de que se contradicen los pasajes y los dioses... Dice uno de esos int�rpretes:

      "El Antiguo Testamento nos presenta en muchas de sus p�ginas un Dios antojadizo que tolera la mentira y la astucia, que ordena masacres, que es presa de celos que nos parecen odiosos y que encuentra una extra�a satisfacci�n en los sacrificios rituales. �C�mo conciliar tales relatos o tales palabras con las declaraciones centrales del Nuevo Testamento?"

      (Del libro "�Qu� es la Biblia?", por varios autores, tomamos la citaci�n del trabajo "La Biblia, libre de la revelaci�n de Dios", por P. Lastringant, p. 121).

      Sea dicho aqu� sin excusas: en ninguna p�gina, ni p�rrafo, ni sentencia alguna del Antiguo Testamento, se presenta esa clase de "divinidad" a que alude el autor precitado. Sus palabras acusan un sentido de premeditada generalizaci�n y total err�nea captaci�n e interpretaci�n b�blica, pues confunde benignidad con malicia, justos castigos y juicios con asesinatos en masa y ordenanzas tipol�gicas plenas de anticipaciones prof�ticas con cierta especie de sadismo. Pero todo ello recubierto con una m�scara bonachona que aparenta ser vindicadora del Dios verdadero, mientras acusa a las p�ginas de la Biblia como cuerpo del delito de falsificaci�n de Dios. Toda la declaraci�n est� cargada de intenci�n subjetiva que busca predisponer sicol�gicamente al lector, con el fin de que su mente funcione en direcci�n a la �nica respuesta que parece exigir la pregunta final del p�rrafo y que se espera debiera ser algo as� como la siguiente: "Esas p�ginas del Antiguo Testamento carecen de �tica y no son compatibles con alta moralidad que hallamos en las p�ginas del Nuevo Testamento. El Dios de las unas no es el mismo Dios que el de las otras. La Biblia contiene pues graves errores en cuestiones teol�gicas. Luego, s�lo puede ser considerada como inspirada s�lo en algunas de sus partes o parcialmente", etc.

      La cita comentada, a pesar de su gravedad, sin embargo es de las m�s suaves, pues otros criticastros han usado un lenguaje tan irreverente y bajo, que al creyente le producen las n�useas que suelen sentirse cuando se es oyente involuntario de estos insultos que se llaman blasfemias. Como �ste, por ejemplo: "En los libros que preceden a los profetas se nos muestra a un Dios tan repugnante que s�lo puede ser comparado a Hitler y su camarilla". (El autor: W. O. Stephens, en "The Presbiterian Tribune", octubre de 1951). Y otros casos son a�n peores.

      Tales son el verdadero y sucio rostro de la clase de "cr�tica" de los criticastros basados en la falsa hip�tesis de la inspiraci�n "parcial" de las Escrituras. Todos esos pretendidos "eruditos" har�an bien en detenerse ante algunas "declaraciones centrales del Nuevo Testamento" (para usar su propia fraseolog�a), como estas del Se�or Jesucristo, por ejemplo:

      "�Ay de vosotros, escribas y fariseos hip�critas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que de fuera a la verdad se muestran hermosos, mas de dentro est�n llenos de huesos de muertos y de toda suciedad. As� tambi�n vosotros de fuera os mostr�is justos a los hombres; mas de dentro llenos est�is de hipocres�a e iniquidad." (Mt. 23: 27, 28).

      Que apliquen a estos textos cuantas divisiones de la cr�tica se les antoje y si les queda luego un �tomo de luz, que se disciernan a s� mismos y procedan a urgente arrepentimiento mientras les quede tiempo, porque si no tendr�n que hab�rselas luego con otra declaraci�n del mismo Se�or, que dice:

      "�Serpientes, generaci�n de v�boras!, �c�mo evitar�is el juicio del infierno?" (Mt. 23: 33).

      Y con estas otras declaraciones del ap�stol Pablo:

      "Porque manifiesta es la ira del Dios del cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que detienen la verdad con injusticia." (Ro. 1: 18). "�O menosprecias las riquezas de su benignidad y paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te gu�a a arrepentimiento? Mas por tu dureza y tu coraz�n no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el d�a de la ira y de la manifestaci�n del justo juicio de Dios;" (Ro. 2: 4, 5).

      Claro como la luz meridiana: no hay dos Dioses contradictorios, uno en las p�ginas del Antiguo Testamento y otro en las del Nuevo Testamento. Hay un solo Dios: que ama y juzga, salva al creyente y condena al incr�dulo. En las Escrituras no hay "contradicciones e inconsistencias", como dicen esos criticastros. Dios es Santo: Su Palabra tambi�n lo es. Y Su Palabra la tenemos hoy en un solo lugar: LAS SAGRADAS ESCRITURAS.

      Una variante interesante que muestra la inconsecuencia del modernismo, se da en la corriente que aplica la "cr�tica moral" en manera totalmente opuesta y no por eso menos err�nea que las antedichas. Y toma ocasi�n de pasajes del Antiguo Testamento que muestran juicios y castigos de Dios, para interpretarlos de modo socio-pol�tico-revolucionario y abogar por el empleo de la violencia. De esta corriente surgieron distintas "teolog�as" ultracontempor�neas, tales como la as� llamada "teolog�a de la liberaci�n", de corte marxista, que podemos calificar como la expresi�n m�s radical entre otras, como por ejemplo la "teolog�a de la secularizaci�n" y la "teolog�a de la esperanza" y corrientes sat�lites (que se dan indistintamente entre cat�licorromanos como entre protestantes). De tales o similares "teolog�as" se nutren las ideas que provienen de los c�rculos ecum�nicos que agitan cuestiones tales como cu�l es la "misi�n" de la Iglesia actual y qu� debe hacerse en cuanto a "misiones" (y misioneros), o respecto del cu�l sea realmente el significado del "evangelio" y cu�les las nuevas tareas del "evangelismo", abog�ndose por el cese de env�o de misioneros (la as� llamada "moratoria") y por la promoci�n de tareas de redentorismo social como la expresi�n nueva de una Iglesia encarnada en el mundo para transformarlo... aunque sea con la violencia, etc., etc.

      Tales neomodernismos contempor�neos, con sus interpretaciones abusivas de la "cr�tica moral" han formulado realmente "otro evangelio" de pura dimensi�n horizontal, que se halla en absoluta contradicci�n con la genuina ense�anza del Nuevo Testamento. Bien lo expres� con visi�n divina, el ap�stol de las gentes:

      "Estoy maravillado de que tan pronto os hay�is traspasado del que os llam� a la gracia de Cristo, a otro evangelio: no que hay otro, sino que hay algunos que os inquietan y quieren pervertir el evangelio de Cristo." "Mas aun si nosotros o un �ngel del cielo os anunciare otro evangelio del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, tambi�n ahora decimos otra vez: Si alguno os anunciare otro evangelio del que hab�is recibido, sea anatema." (G�. 1: 6 - 9).

      En conclusi�n: la relaci�n de los criticastros con la cr�tica b�blica no es constructiva sino negativa, porque aunque se gu�a por sus esquemas, los datos para satisfacer sus demandas los toma de la sabidur�a del mundo opositor. Y unido con ellos ataca a la Palabra de Verdad acus�ndola de error. Eso no es uso sino burdo abuso de la cr�tica.

    9. Variantes de la hip�tesis de inspiraci�n parcial-relativa
    10. Aunque las variantes de esta falsa hip�tesis tienen ciertas distinciones que pueden servir para identificarlas, sin embargo se hallan esencialmente entramadas y relacionadas unas con otras. A pesar de ello, puede ser dicho que las principales corrientes de pensamiento que, en mayor o menor grado, las nutren a todas ellas, son solamente dos: 1) la corriente que calificaremos como "�tico-sentimental" y 2) la corriente que denominaremos "dial�ctico-existencial"

      1. A. Variante "�tico-sentimental".
      2. La calificaci�n nos pertenece y la hemos adoptado a fin de poder codificar en forma l�gica a esta corriente, ya que sus sostenedores postulan que el "elemento divino" en la Biblia, s�lo podr� ser hallado en aquellos pasajes que pueden ser considerados como �ticos (o con cierto contenido moral) si concuerdan con otros que respondan al criterio c�ntrico del "�gape" o "amor". Cualquier texto que refiera entonces a juicios y castigos divinos, son as� descartados como no �ticos, pues, dicen, no se avienen a la revelaci�n del Dios de Amor de los pasajes centrales del Nuevo Testamento.

        A esta variante pertenecen los casos tratados anteriormente bajo el subt�tulo "Abuso de la cr�tica moral". Y tambi�n pertenecen a ella los casos propios de la as� llamada "�tica de la situaci�n" o "Nueva moralidad", corriente que toma en ocasi�n de pasajes b�blicos como los que cuentan de David comiendo los panes de la proposici�n 1 S. 21: 1-6) y de los disc�pulos del Se�or cogiendo espigas para comerlas en d�a s�bado (Mt. 12: 1-8), para deducir err�neamente que no estamos bajo obligaci�n impuesta por c�digos preestablecidos, sino que la norma nueva ha de caracterizarse por la facultad de tomar nuestra propia personal decisi�n seg�n cada "situaci�n" que enfrentemos. Tal "situaci�n" comprende a las "circunstancias" del momento y de lo que en medio de ellas sintamos como deber de "amor", aunque lo que hagamos como resultado de tal decisi�n, involucre acciones que c�digos preestablecidos tuvieran por condenables.

        Sin duda que hay un elemento de verdad en que no debemos ser legalistas ni tampoco antinomianos (o sin ley alguna) y que el amor es norma v�lida. Pero esto no puede serlo a expensas de lo que sea l�cito seg�n la verdad y lo justo seg�n la Palabra de Dios. Por eso leemos: "El amor no se huelga de la justicia mas se huelga de la verdad" (1 Co. 13: 6). Pero, al prescindir de estos valores constantes, la "�tica de la situaci�n" pone totalmente a un lado y rechaza definitivamente a cuanto mandato moral de valor permanente que tiene la Escritura. Se podr� entonces —seg�n ellos— robar, matar, adulterar, mentir, prostituirse, etc., etc., pues todo depender� de las "circunstancias del momento" y de los "sentimientos" que nos mueven en la decisi�n existencial (!). Como ilustraci�n de tal criterio, traemos a colaci�n el sonado esc�ndalo como el caso "Watergate" (nombre de un edificio en la ciudad de Washington, Estados Unidos), en el cual caso, como se recordar�, las m�s altas autoridades estaban comprometidas: sea por haber ordenado, o consentido, o encubierto, una irrupci�n ileg�tima en las oficinas del Partido Dem�crata hecha con el confesado prop�sito de localizar supuestos elementos y documentos probatorios de supuestos delitos. Cuantos actuaron en tal "operaci�n" fueron declarados culpables y castigados por la Justicia. Pero lo que nos ata�e como ejemplo pr�ctico del objeto de este estudio, es lo que uno de los inculpados declar� ante el Comit� Investigador del Senado de los EE.UU. (lo cual fue o�do y visto por todos cuantos siguieron el proceso que fue transmitido por radio y televisi�n), diciendo que �l hab�a actuado sin molestias de conciencia, pues entendi� que lo que se hac�a concordaba con lo que hab�a aprendido como "�tica de la situaci�n" y as� pens� que violaci�n de propiedad, escalo con robo, etc., pod�an hacerse, pues serv�an a lo que entendi� era exigido por amor a su partido y a su pa�s.

        Aunque es obvio que los hechos y las ideas de la "�tica de la situaci�n" o "Nueva moralidad" no pueden inspirarse ni justificarse en los pasajes b�blicos que tratan de la citada experiencia de David, ni en los que tratan de la citada experiencia de los disc�pulos del Se�or, ni en ning�n pasaje de la Biblia entera, con todo, examinaremos los antedichos:

        1) La responsabilidad, en el caso de David, recae en primer t�rmino sobre el sacerdote que dio a �ste los panes de la proposici�n (1 S. 21: 1–6) y que, seg�n los preceptos de la Ley, deb�an ser comidos por el sacerdote mismo (Lv. 24: 5–9). �Pec� con ello el sacerdote? �Desconoci� con ello la Ley? �Se dej� llevar por las circunstancias con prescindencia total del c�digo preestablecido? �EN NINGUNA MANERA!: (a) porque al momento de dar los panes, �stos ya le pertenec�an por derecho sacerdotal exclusivo y entonces, como due�o actual de los panes, aunque deb�a comerlos como era su deber, seg�n el precepto de la ley, (b) deb�a y pod�a compartirlos misericordiosamente, como tambi�n era su deber seg�n otros preceptos de la ley que: (i) ordenaban a quien tuviera alg�n bien "abrir la mano" para socorrer con �l al hermano en necesidad (Dt. 15: 11) y (ii) ordenaban amar al pr�jimo como as� mismo (Lv. 19: 18). �Contradicci�n en la ley? �NO!, pues Dios, dador de la ley, al establecer los dos preceptos o cuerpos de preceptos, otorg� impl�citamente con ello al s�bdito de la ley el derecho de la opci�n y la responsabilidad de elecci�n, sin pecar. La real cuesti�n es la de establecer cu�l sea la PRIORIDAD ENTRE PRECEPTOS, no de acusar irreflexivamente "contradicci�n" de preceptos entre s�. Y la "prioridad" ser� determinada por discernir "el mandamiento m�s grande" (comp. Mt. 22: 35–40) que gobernar� legalmente y por ello �ticamente, la situaci�n presentada. De modo que no ser� la "situaci�n" la que se inventar� su propia ley desconociendo todo c�digo preexistente (como sostiene la "�tica de la situaci�n") pues en tal caso esa "situaci�n" ser�a realmente una "situaci�n sin �tica", sino que ser� la ley preestablecida, codificada y vigente, la que gobernar� a la "situaci�n", como lo sostiene la Biblia, lo cual har� del entero caso una real "situaci�n �tica". Por ello, al dar los panes, el sacerdote estableci� la prioridad de los preceptos que obligaban amar al pr�jimo y socorrerlo en su necesidad. Esos preceptos le conced�an el derecho —no previsto en el precepto relacionado con el sacerdocio y los panes sagrados— de poder dar los panes en socorro y, por tal raz�n, no pec� cuando los comparti�. Y en lo que respecta a David y los que con �l estaban, pudieron comer tambi�n sin pecar, ya que esos mismos preceptos que autorizaron al sacerdote a darles los panes, les conced�an a ellos, el beneficio del derecho de ser socorridos en su necesidad. Ni el sacerdote, ni David y sus compa�eros, desconocieron pues la Ley ni pecaron contra ella, sino que se beneficiaron con los preceptos que, por ser mayores, ten�an prioridad. Que esto es as�, se prueba finalmente por el hecho de que el Se�or Jesucristo, al aludir al caso en foco, no reprob� ni al sacerdote que dio los panes, ni a David y los que con �l estaban que comieron de ellos como hubiera debido reprobarlos si es que con sus acciones hubieran violado la Ley, o la hubieran desconocido. Queda, pues, claro: la ley preexistente gobern� la situaci�n presente. Todo ello queda confirmado, adem�s, por el texto en Is. 22: 9, 10: el sacerdote consult� a Jehov� (v. 10) y obr�, entonces, bajo su direcci�n. Se equivocan, pues, los de la "Nueva moralidad".

        2) En cuanto al pasaje que trata de los disc�pulos del Se�or que recog�an espigas para comerlas, en el d�a s�bado (Mt. 12: 1–8) es obvio que no incurrieron en violaci�n de la Ley, no obstante que �sta, como precepto general, ordenaba no trabajar en s�bado (Ex. 20: 8–11). Los fariseos legalistas buscaban enredar al Se�or como habiendo consentido el desconocimiento o la transgresi�n de la Ley (Mt. 12: 2). Pero en la respuesta que el Se�or les da, la acci�n de los disc�pulos es colocada dentro del precepto de la ley que autorizaba hacer lo que fuere imprescindible en ese d�a, como era el caso con los sacerdotes que oficiaban —y as� trabajaban ofreciendo sacrificios— en el templo en el d�a del s�bado (Mt. 12: 5 comp. Nm. 28: 9, 10). Y refuerza su dictamen, con la lecci�n dada en la profec�a, que tambi�n legislaba al decir: "misericordia quise y no sacrificio" (Os. 6: 6). De modo que, en la definici�n inapelable de la autoridad m�xima, del Se�or" aun del s�bado" (Mt. 12: 8), la acci�n de los disc�pulos estaba amparada por igual tanto por la norma de la ley de la prioridad de lo imprescindible, como por la norma de la ley del mensaje prof�tico, AMBAS PREEXISTENTES Y GOBERNANDO A LA SITUACION ACTUAL.

        Viene a confirmar lo antedicho, la experiencia que el mismo Evangelio de Mateo relata seguidamente, en la que el Se�or san� a un hombre que ten�a una mano seca, haci�ndolo tambi�n en s�bado (Mt. 12: 9-13). Tambi�n all� procuraban acusarle, pero el Se�or trae a colaci�n otro precepto de la Ley que ordenaba actuar en beneficio de una bestia que fuera hallada en dificultades (Ex. 23: 4, 5) y lo hace aplicable para gobernar la situaci�n actual de curar a un enfermo, haciendo del precepto existente la norma rectora. Y por eso reafirma el gran principio declar�ndolo expl�citamente: "LICITO ES EN LOS SABADOS HACER BIEN" (Mt. 12: 12). Otra clara situaci�n �tica, o sea, un hecho regido por un precepto normativo preexistente. Yerra, pues, la "Nueva moralidad".

        Finalmente, es de rigor aqu� citar la frase paulina:

        "Y por qu� no decir (como somos blasfemados y como algunos dicen que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes, la condenaci�n de los cuales es justa." (Ro. 3: 8 comp., Ro. 6: 1, 2)

        Hacer, pues, males para que vengan bienes (como es el caso con los de la "Nueva moralidad"), est� claramente condenado por las Sagradas Escrituras.

        Por cuanto antecede y mucho m�s que la obligada restricci�n del espacio nos impide considerar, queda manifiesto que la as� llamada "�tica de la situaci�n" o "Nueva moralidad", resulta ser una "situaci�n sin �tica" o, si se quiere, una "nueva moralidad", basada en la idea err�nea de que "el fin justifica los medios". Nos hemos extendido un poco en su consideraci�n, dado el hecho de que en los tiempos peligrosos que vivimos estas cuestiones han llegado a tener una relevancia que no puede desconocerse y que es un deber refutar b�blicamente, pues resulta de negar la inspiraci�n verbal y plenaria de las Escrituras y, consecuentemente, negar la vigencia de sus normas autoritativas de car�cter permanente.

      3. B. Variante "dial�ctico-existencial"
      4. Filosof�as muy en boga, dial�ctica y existencialismo, son aunadas por quienes dicen: el "elemento divino" en la Biblia no se debe identificar con su letra; se halla en su "tema central" (Cristo) y en la experiencia existencial actual (o crisis) que se da entre el lector y el mensaje, por medio de alg�n pasaje de las Sagradas Escrituras. Esta variante se subdivide a su vez en otras dos: la variante "Cristoc�ntrica" y la variante o corriente de la as� llamada "demitologizaci�n". Pasamos a considerarlas en los aspectos directamente relacionados con nuestro tema.

      5. 1B) La corriente "Cristoc�ntrica"
      6. Noble t�rmino que ha sido desvirtuado por esta variante, que presenta dos faces: (a) dice que la Biblia puede ser llamada "Palabra de Dios", solamente por causa de y por el testimonio que ella da acerca de —lo que llama— la "�nica" Palabra de Dios que es Jesucristo; y (b) los pasajes de la Biblia que dan ese testimonio "devienen" (o llegan a ser hechos) "palabra de Dios al hombre" cuando al ser le�dos por �ste, Dios los usa para tocar con ellos o "inspirar" con ellos la mente y coraz�n del lector. A ese momento existencial, a esa acci�n de Dios en el hombre por medio del texto, se le llama momento de crisis o trascendental y, por esos elementos, se llama a esta corriente: "teolog�a de la Palabra". Veamos ahora sus errores:

        a) En el mismo �nfasis que da a la afirmaci�n de una verdad, cual es la verdad de que la Biblia testifica del Se�or Jesucristo, se halla impl�cita la negaci�n de que la Biblia sea Palabra de Dios en todos sus otros testimonios, dados en su total contenido. Porque la Biblia ES Palabra de Dios EN TODOS SUS REGISTROS, sea que hablen del Se�or Jes�s, como cuando tambi�n hablan de la creaci�n, de los �ngeles, del hombre, de la ca�da, de las dispensaciones, de la redenci�n, de la Iglesia, de la vida espiritual, de las profec�as, de la escatolog�a, etc., etc., etc., o sea: es Palabra de Dios EN TODO SU CONTENIDO y no solamente cuando refiere espec�ficamente al Se�or.

        b) Se equivoca cuando afirma que ciertos pasajes de la Biblia "devienen" (o vienen a ser hechos) "palabra de Dios" al hombre en un momento trascendental o de crisis en el cual Dios "los hace devenir" Su Palabra, como si no lo fueran antes de ese momento. Tal concepto es err�neo porque desconoce el hecho de que la Biblia ES EN SI MISMA, como libro inspirado de Dios, LA PALABRA DE DIOS. Es un absurdo conceptual decir que "deviene" o "llega a ser" lo que realmente YA ES. Dos elementos equivocados subyacen en tal absurdidad: (a) el que la Biblia resulta mera palabra humana que, no obstante, en un momento dado y por una especie de transmutaci�n obrada por Dios, se transforma repentinamente en Su Palabra; (b) confunde lo que podr�a ser entendido como "iluminaci�n" del Esp�ritu Santo al lector reverente, para decir que ello resulta ser la �nica "inspiraci�n" divina de las Escrituras.

        El texto que acaba de una vez con todos esos errores de esta variante indebidamente tenida por "Cristoc�ntrica", es el texto cl�sico por excelencia sobre la inspiraci�n, tantas veces repetido y que dice: "TODA ESCRITURA" (como libro, como escrito, en todas y en cada una de sus partes, no s�lo en algunas), "ES INSPIRADA DIVINAMENTE" (luego es Palabra de Dios objetiva e intr�nsecamente —en s� misma) y, por lo tanto, en virtud de lo que es, tambi�n ES "�til para ense�ar, para redarg�ir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra" (2 Ti. 3: 15-17). Frase lapidaria, sin duda alguna, para esta variante en foco: no hay all� lugar alguno para "relativismos" ni "trasmutaciones". Las Sagradas Escrituras y su inspiraci�n pertenecen, por su propia naturaleza, a lo que tiene car�cter de ABSOLUTO.

      7. 2B) La corriente de la "demitologizaci�n".

      Yerra en su punto esencial, que es el de considerar a la Biblia como una antolog�a del "mito", pues desconoce con ello la realidad literal de los hechos y registros b�blicos. No se olvide que el "mito", cualquiera fuese el sentido o interpretaci�n que se le d�, jam�s dejar� de ser un lenguaje ficticio. Y no es ese el lenguaje de la Santa Palabra de Dios. Bien lo expresa el ap�stol Pedro, dando con ello un profundo ment�s a estas corrientes del lenguaje ficticio: "Porque no os hemos dado a conocer la potencia y la venida de nuestro Se�or Jesucristo, siguiendo f�bulas por arte compuestas, sino habiendo con nuestros propios ojos visto su majestad" (2 P. 1: 16). Y aunque hay diferencias entre "mitos" y "f�bulas", el hecho de fondo permanece: en la Biblia no hay irrealidades fantasiosas, sino hechos reales, literales en sus registros y doctrinas inherentes, veraces, de fe. Como tambi�n lo expresa el ap�stol Juan: "Lo que era desde el principio, lo que hemos o�do, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida... eso os anunciamos... y estas cosas os escribimos para que vuestro gozo sea cumplido" (1 Jn. 1: 14). No puede existir lenguaje m�s claro para afirmar que la Escritura registra hechos, no mitos. (Comp�rese tambi�n: 2 Ti. 4: 1-5.)

      Yerra asimismo esta variante, al decir que los tales "mitos" —que seg�n ellos no son s�lo los relatos de la creaci�n, ca�da y expulsi�n de la primera pareja humana del Ed�n, sino tambi�n los relatos que tratan de la concepci�n virginal del Se�or Jesucristo, su vida sin pecado, la expiaci�n de nuestros pecados en su preciosa sangre, su resurrecci�n corporal, su segunda venida, etc.—, la "demitologizaci�n" extrae la "verdad" que yace dentro de ese "ropaje mitol�gico" que es el relato b�blico y que la tal "verdad" ser� entonces el "mensaje existencial", o sea "la palabra de Dios para el hombre actual". Y yerra en esto muy gravemente, porque llamar "mitos" o "ropaje mitol�gico" a los registros b�blicos que revelan hechos y verdades fundamentales de la fe cristiana, sin los cuales no existe cristianismo real alguno, es m�s que mero error conceptual, es crasa apostas�a y grave blasfemia, es total negaci�n de la verdad b�blica. Pretender "demitologizar" lo que tiene que ver con la Persona y la obra del Redentor para extraer el "mensaje existencialmente hist�rico", es negar a la Persona existencialmente hist�rica, o sea a Su presencia con los suyos todos los d�as hasta el fin del mundo, como El mismo lo declar� (Mt. 28: 20), para poner en su lugar lo que al "demitologizador" le parezca ser el "mensaje" existencial que pueda desprenderse del "ropaje mitol�gico" que habla de Cristo en las Escrituras. Esto es pr�cticamente fabricar otro "Cristo" y otro "evangelio" que a nadie pueden salvar (v�ase Ga. 1: 6-12); y es sacar la autoridad de la verdad, del lugar donde Dios la coloc�: en las Escrituras, para adjudic�rsela gratuitamente al criterio meramente humano, subjetivo, falible, del "demitologizador", lo cual es vana presunci�n y puro autoenga�o. El propio pont�fice de esta corriente, Rudolf Bultmann, dijo: "Yo expongo la teolog�a como antropolog�a, es decir, como doctrina del hombre." (Citado as� en el libro "Teolog�a actual" por varios autores, p. 78). Veamos: puro antropocentrismo producto del propio esp�ritu humano. �Ay!, de tales "demitologizadores". Har�an bien en tratar de "demitologizar" (para usar sus palabras) lo que les manda Dios por medio de Ezequiel profeta que escribi� as�:

      "Y fue a m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, profetiza contra los profetas de Israel que profetizan y d� a los que profetizan de su coraz�n: Oid la palabra de Jehov�. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio esp�ritu y nada vieron!" (Ez. 14: 1-3)

    11. Corrientes teol�gicas que se basan en la falsa hip�tesis de inspiraci�n parcial-relativa
    12.  

      A fin de completar el examen de la hip�tesis de inspiraci�n parcial-relativa, nos es necesario mencionar al menos en forma brev�sima las distintas corrientes teol�gicas circulantes hoy d�a y que, en una u otra manera, rechazan la tesis de la inspiraci�n total de las Escrituras y tienen a �stas como un libro "humano" que, sin embargo, "contiene" palabra de Dios o que puede "devenir" palabra de Dios o del cual se puede "extraer" un mensaje que puede ser estimado como palabra de Dios, etc., etc.

      Cuando el lector oiga o lea de tendencias teol�gicas o �ticas que respondan a las corrientes que mencionaremos en esta lecci�n, puede estar seguro que no hallar� all� a hermanos fundamentales en la fe sino que hallar� a modernistas o neomodernistas o filomodernistas, o sea: diversos grados de heterodoxias y de heterodoxos, que suelen usar terminolog�a b�blica, pero interpret�ndola de tal manera que resultan ense�ando doctrinas ajenas a la Palabra de Dios. Todo siervo del Se�or debe tomar plena conciencia de estos hechos y capacitarse para poder discernir tanta heterodoxia (o doctrina extra�a a la Palabra) que circula como s� fuera "sana doctrina". Jam�s se olvide que la heterodoxia no lo es solamente por las verdades que niega, sino que lo es igualmente por los errores que afirma como verdad. Es por eso que la Palabra de Dios nos previene:

      "Amados, no cre�is a todo esp�ritu, sino probad los esp�ritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas son salidos en el mundo" (1 Jn. 4: 1, l�ase hasta v. 6).

      Si tal prevenci�n vale para las personas, tambi�n vale para escritos o publicaciones que difunden doctrinas extra�as a las Escrituras. Es a tales escritos que debemos medirlos con la misma vara con la cual sus autores se atreven a medir a la Palabra de Dios. Para usar un t�rmino de ellos mismos, debemos "desmitologizarles" sus libros y art�culos, para discernir cu�l sea el error que se nos quiere entregar revestido de ropaje de aparente erudici�n teol�gica, que, al penetrarla en su mismo meollo, resulta vana sutileza originada en el esp�ritu del hombre, cuando no inspirada por esp�ritus de error (comp. 1 Ti. 4: 1, 2). �Alerta!, pues. Y ahora, al detalle:

      1. Neoortodoxia
      2. Llamada tambi�n teolog�a dial�ctica, o de la paradoja, o trascendental, o de crisis, o de la Palabra; todas diversas facetas de una misma corriente de pensamiento que tomando la dial�ctica de Hegel y la paradoja de Kierkegaard, los condens� en teolog�a llamada neoortodoxa, significando con ello una pretendida nueva concepci�n de la ortodoxia o sana doctrina que no fuera sin embargo atada al fundamentalismo, ni tampoco al modernismo de antiguo cu�o que mutilaba totalmente a las Escrituras. Ahora no se las mutila, se las "reinterpreta", una vez que le han aplicado la cr�tica negativa que la califica conteniendo mitos o leyendas o zaga. De modo que se le mutilan textos, sin embargo se les mutila su valor hist�rico y doctrinal. El juego dial�ctico termina en una s�ntesis que en lugar de neoortodoxia resulta realmente neoheterodoxia o neomodernismo. Tesis-ant�tesis-s�ntesis; paradoja del s� y del no simult�neos para un mismo asunto; "modalismo" que no hace clara distinci�n de personas en la Santa Trinidad; negaci�n de la realidad personal de Satan�s y de los demonios; existencialismo; neouniversalismo o salvaci�n final de todos, etc., etc., est�n dentro del concepto de tal teolog�a, configurando una especie de neopante�smo idealista. Repase el lector lo que hemos examinado al tratar la variante "dial�ctico-existencial" (K. Barth, E. Brunner, R. Niebuhr, etc.).

      3. Demitologizaci�n
      4. De R. Butmann y seguidores, tambi�n mencionada anteriormente. Reiteremos aqu� que se trata de una aberrante obsesi�n de considerar a la Biblia de Dios como mitol�gica en sus registros y que para eso aparecieron los demitologizadores... para ayudamos a los pobrecitos "literalistas" a salir de nuestra alienaci�n y aprender a tomar las cosas como son —seg�n ellos— y ver c�mo nos es posible "extraer" del "ropaje" mitol�gico de siglos, el "mensaje" existencial para el hombre actual. Como es obvio, esta escuela es existencialista, pero en ninguna manera b�blica.

         

      5. Mandato cultural
      6. De H. Dooyeweerd, H. Wiersinga. La idea "luminosa" de esta corriente es que el texto: "Henchid la tierra y sojuzgadla" (Gn. 1: 28), resulta ser lo que debe entenderse como "mandato cultural", ya que la ciencia y la t�cnica como parte de la cultura de los pueblos es imprescindible para el tal dominio del hombre. Luego, dado el cuadro general de "creaci�n-ca�da-redenci�n" que da la Escritura, entonces es necesario redimir la cultura, la educaci�n, la econom�a, las ciencias, las artes, la sociedad toda penetrando sus estructuras para "cristianizarlo" todo. El mandato cultural se equipara aqu� y hasta sirve de int�rprete real, al mandato de predicar el Evangelio a toda criatura. Vemos aqu� ya un atisbo de una "secularizaci�n" del sentido espiritual de la Gran Comisi�n dada por el Se�or a los disc�pulos. Toda la visi�n es horizontal, terrena, lo cual es err�neo.

      7. Positivismo
      8. Sustentada por P. T. Forsyth, P. Tillich. Como lo hiciera K. Barth, tambi�n estos "positivistas" parec�an atacar al fundamentalismo y al modernismo a la vez, para formar un nuevo concreto o terreno medio positivo, con ideas aceptables al hombre moderno de modo que pudieran servir como puente entre la teolog�a y la cultura del mundo. El pensamiento de Tillich, m�s cercano en el tiempo a nosotros, tambi�n suele ser referido como "teolog�a de la correlaci�n" que formula el di�logo Biblia-hombre, de tal modo que: toda respuesta b�blica debe ser siempre referida a una pregunta humana y esta pregunta humana es entonces la que determinar� la respuesta. O sea que la Biblia no puede ofrecer respuesta que est� fuera de la cuesti�n real planteada por el interrogador y su interrogante, porque si as� no fuera la respuesta b�blica no puede ser adecuada. En suma: lo concreto y positivo resulta ser el hombre como centro de todo y al cual la misma Biblia debe ser tributaria. Un antropocentrismo humanista.

      9. Ate�smo cristiano o muerte de Dios
      10. De J. Altizer, W. Hamilton, van Buren. Para los tales, el "Dios" de la teolog�a fundamental ha muerto, ya no existe m�s. Seg�n unos, muri� Dios cuando encarn� en Cristo y volvi� a morir cuando Cristo muri� para resucitar luego para ser existencialmente actual en todo y en todos (eso es la resurrecci�n). Seg�n otros, ni aun eso: ahora viven el tormento de creer que no se puede ya creer en lo que se crey�; por eso se es ahora "ateo" al "Dios en que se crey�" o en quien nos ense�aron a creer. Pero se retiene a Cristo como Maestro, de modo que por eso se puede a�n ser llamado "cristiano". As� que: "ateos" por no creer ya en el "Dios" del pasado, pero "cristianos" por seguir a Cristo como Maestro y por eso, uniendo t�rminos, tenemos lo de "ateos-cristianos". Para toda mente en su sano juicio, todo esto es pura contradicci�n de t�rminos, pero para tales "ateos cristianos", todo ello es "teolog�a". Sin duda que los tales son honestos en confesar que no creen en lo que creyeron que deb�an creer en el pasado, lo cual es una real tragedia, pero de all� a que procuren hacer de "eso" una "teolog�a" o una real reflexi�n teol�gica, media un abismo conceptual. Pues una "teolog�a" (tratado o ciencia de Dios) que parte del principio de que "Dios ha muerto" no es ni ciencia teol�gica ni es de Dios. "Rara avis", los tales te�logos... en las huellas del fil�sofo Nietzsche y su "muerte de los dioses".

      11. Nueva moralidad o �tica de la situaci�n
      12. De Fletcher, Robinson, corriente ya tratada (ver variante "�tico-sentimental"). Repitamos aqu� su idea b�sica: ni ley ni tampoco sin ley; la "situaci�n" tiene ahora la palabra y el camino a seguir en tal situaci�n ser� el que m�s concuerde con el "amor", aunque no pueda preverse cu�l puede ser ese camino. Su fundamento es, pues, arena movediza, ya que depender� de cu�les sean y hacia qu� lado se inclinan los sedimentos en cada ocasi�n. Puro subjetivismo existencial de reacci�n imprevisible, sin real norma �tica v�lida para ser considerada como tal. Esto no va de la mano con la Biblia, sino con aquel fil�sofo Nietzsche y su concepto de "m�s all� del bien y del mal", a lo cual s�lo cabe responder: �lo peor!

      13. Teolog�a de la secularizaci�n
      14. Seg�n H. Cox. Vivimos, se dice, en una era "post-cristiana" y en medio de una humanidad secularizada con sus grandes centros urbanos y emporios industriales. Debemos pues actuar con y en ese mundo para forjar una nueva sociedad. La teolog�a, se dice, no tiene futuro si no es el de la secularizaci�n. "Positivismo", "mandato cultural", "muerte de Dios", van de la mano con esto, que, a la vez, se abraza con las "teolog�as" subsiguientes".

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      15. Teolog�a de la esperanza
      16. La esperanza (J. Moltmann, R. Alves) consiste en los cambios que deben operarse aqu� abajo, en la praxis de la historia en la cual para eso irrumpi� Cristo. Para tal esperanza de redentorismo social, debe concientizarse a los alienados, a los explotados, pues de su acci�n depende la posibilidad del cumplimiento de la esperanza. Esto obliga al di�logo "cristianismo-ideolog�as" lo que, de seguirse tal directiva horizontal, es hacer marxismo bajo ropaje eclesi�stico, y llamar a eso una "teolog�a".

      17. Teolog�a de la liberaci�n
      18. Seg�n G. Guti�rrez, C. Torres, P. Freire, etc., o Teolog�a de la revoluci�n, o Teolog�a joven o Teolog�a radical (R. Shaull, E. Castro, J. M. Bonino y otros ecum�nicos del Concilio Mundial de Iglesias). So pretexto de reflexi�n teol�gica, romanistas y protestantes resultan promoviendo activismos "rojizos", emparentados con las teolog�as de la "secularizaci�n" y de la "esperanza", a las que llevan a sus �ltimas consecuencias dentro de los desenlaces l�gicos de sus postulados. "Iglesia y Sociedad", del CMI citado, "Evangelismo y Misi�n", del mismo, y desarrollos que arrancan de la Asamblea Ecum�nica de Upsala (Suecia) hasta Nairobi (Kenya) con sus resoluciones de dimensi�n horizontal y sus subsidios a movimientos que m�s que de protesta son de subversi�n marxista-leninista, deben prevenirnos. Es la "teolog�a" que lleva la voz cantante en el actual momento "ecum�nico" que da preeminencia por lo tanto al as� llamado "Tercer Mundo". Se habla de teolog�a de compromiso en acci�n horizontal en la cual "Dios est� comprometido", la Iglesia debe estar comprometida y, consecuentemente, los cristianos y la Palabra de Dios. Envuelve a muchos j�venes idealistas que, ante tanta injusticia en el mundo, se vuelcan a estos extremismos que se jactan de haber dado con el meollo de la verdadera teolog�a. Se promueve el di�logo "cristiano-marxista" en el cual se busca desesperadamente alguna especie de f�rmula sincretista que permita trabajar unidos a los materialistas dial�cticos y a los "te�logos" dial�cticos, etc., con el com�n objetivo ut�pico de la redenci�n de la humanidad toda y as� —seg�n algunos dicen— traer a la luz a la "ecumene" de Hebreos 2: 5 ("el mundo venidero").

        Que tal sue�o no tiene base alguna ni en Hebreos 2: 5 ni en ning�n otro texto de las Escrituras, se prueba por el hecho de que "el mundo venidero" no ser� tra�do por esfuerzo humano alguno. La cuesti�n social no ser� resuelta ni por los pol�ticos ni por los revolucionarios ni por los "te�logos". El cuadro b�blico es bien claro para quien tenga ojos para ver y o�dos para o�r. El mundo marcha irremisiblemente al d�a del Anticristo. La Gran Tribulaci�n sobrevendr� sobre toda la faz de la actual "ecumene" para probar a todos los que moran en la tierra, pero los renacidos ser�n arrebatados antes de eso (Ap. 3: 10). Y luego de la Tribulaci�n, el Se�or vendr� en poder y gloria para destrozar al Anticristo y establecer Su reino milenial (2 Ts. 2: 1- 12; Ap. 19: 11 a 20: 6). Entonces s�, la cuesti�n social ser� resuelta: no por esfuerzo humano, sino por el reinado de Cristo que se sentar� en el trono de David conforme la profec�a a�n no cumplida (Lc. 1: 32, 33). Pero no es la soluci�n de la cuesti�n social la panacea final, pues aun despu�s de mil a�os de perfecta justicia en todos los �rdenes, el hombre volver� a rebelarse contra Dios y el Se�or Jesucristo (Ap. 20: 7-10) y entonces descender� fuego del cielo sobre los rebeldes. Satan�s que los enga�aba, ser� lanzado al lago de fuego y azufre para siempre jam�s. Y luego, todo vendr� a juicio final (Ap. 20: 11–15) y la actual "ecumene" pasar� por fuego (2 P. 3: 10–12) y reci�n DESPUES DE TODO ESO aparecer� "EL MUNDO VENIDERO", o sea la "tierra nueva y los cielos nuevos en los cuales mora la justicia" (2 P. 3: 13; Ap. 21: 1). Este es el cuadro b�blico de la escatolog�a.

        Creemos que la mejor refutaci�n de las teolog�as de la secularizaci�n, de la esperanza y de la liberaci�n, etc., es la presentaci�n lisa y llana de la escatolog�a seg�n la Biblia. Claramente se ve que no hay "s�ntesis" posible entre la ense�anza de la Palabra de Dios y las pretensiones de las "reflexiones teol�gicas" sobre la praxis, la historia, el redentorismo horizontal, etc., etc. Para todos los cristianos, es palabra final: el dictamen de la Palabra de Dios.

        Estas "teolog�as" izquierdistas padecen de astigmatismo espiritual acompa�ado de miop�a extrema: carecen de clara visi�n del punto remoto, se apegan a lo que se apega a lo terreno; la curvatura de su c�rnea es desigual. La visi�n es, pues, defectuosa. Crey�ndose ser fanales de luz no se aperciben que "la luz que en ellos hay es tinieblas" (comp. Mt. 5: 22-23). Y al repudiar a tales "reflexiones teol�gicas izquierdistas", quede claro que no estamos por eso "vendidos al statu quo" ni que formamos parte del "opio de los pueblos". En cuanto nos ata�e testificaremos contra "toda impiedad e injusticia de los hombres", sea en lo que respecta a "los que detienen la verdad con injusticia" (Ro. 1: 18), sea en lo que respecta a la explotaci�n del hombre por el hombre (Stg. 5: 1-6), pero no nos dejaremos envolver en quim�ricos proyectos de redentorismo social, por los tataranietos de nuestro viejo conocido, el as� llamado "evangelio social". Nada de compromisos socio-pol�ticos para la Iglesia ni para los cristianos: todo ello es ajeno totalmente a la naturaleza y a la misi�n de la Iglesia de Cristo y a la tarea cristiana, de predicar (Mr. 16: 15, 16; Mt. 28: 18 - 20 comp. 1 Co. 9: 16 - 23), defender y confirmar el Evangelio (Fil. 1: 7, 17). Y en ello ocupados, se nos manda "tener paciencia hasta la venida del Se�or" y prepararnos para ella (Stg. 5: 8; 1 Jn. 3: 1-3). Si alguno, individualmente, se siente con vocaci�n especial para actuar en planos sindicales, sociales y pol�ticos, que lo haga cuidando de que ello no signifique menoscabo alguno de su fe y testimonio cristiano fiel. Pero que nadie pretenda hacer "teolog�a" para justificar, ni para arrastrar a hermanos e iglesias a utop�as irrealizables, contrarias a la Palabra de Dios, de tinte rojizo subido, ni de cualquier otro tinte. El �nico "rojo" deseable es el de la "preciosa sangre" de Cristo Jes�s que "nos limpia de todo pecado" (1 Jn. 1: 7). Todo otro "rojo" (religioso-pol�tico) pertenece a "Babilonia" la Grande (Ap. 17). Salir de todo ello es mandato del Se�or (Ap. 18: 4).

      19. Teolog�a de "proceso"

    Sus seguidores son A. N. Whitehead, Ford, Cobb, etc.. Se trata de una forma combinada de evolucionismo, relativismo y existencialismo. Su idea b�sica es que el "ser" debe considerarse constituido como por el "llegar a ser" en un proceso incesante y siempre actual, de todo cuanto es. Lo da�oso y a la vez absurdo de tal concepto se pone de relieve si consideramos que dentro de ese "todo" ser, puede entonces ser incluido el mismo Ser de Dios que, dado tal supuesto "proceso", debe a�n "llegar a ser" como si no fuera a�n lo que debe ser o no fuera ya perfecto para siempre. En las palabras de Dios: "YO SOY EL QUE SOY" (Ex. 3: 14) y en las palabras del Se�or: "...vuestro Padre que est� en los cielos ES PERFECTO" (Mt. 5: 48b), el absurdo de tal "teolog�a de proceso" queda deshecho.

     

    Con cuanto antecede, es suficiente para tener al menos una �ntima idea de cu�les son las principales corrientes de pensamiento, as� llamado "teol�gico", que han hecho o siguen haciendo ruido en estos �ltimos tiempos. Repitamos solamente aqu� que muchos de sus actuales propulsores hallan el caldo de cultivo para sus ideas dentro de las ollas "made in Geneva", o sea, dentro de los cauces del "ecumenismo" del "Concilio Mundial de Iglesias" con sede central en Ginebra, Suiza.

    Todas esas corrientes neomodernistas, no creen en la inspiraci�n verbal y plenaria de las Sagradas Escrituras, sino en la falsa hip�tesis parcial-relativa. Y tanto por lo que niegan como por lo que afirman en tal materia, prueban que la "sabidur�a" que las informa no es la que "desciende de lo alto", sino la que, con toda claridad y sin eufemismos, Santiago declara como "terrena, animal y diab�lica" (Stg. 3: 14–18).