IN MEMORIAM

Evangelista Misionero Armando Di Pardo

1913- 2002    

“Y oí una voz del cielo que me decía: Escribe: Bienaventurados los muertos que de aquí adelante mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, que descansarán de sus trabajos; porque sus obras con ellos siguen.” (Ap. 14:13)

 

 A los 89 años de edad partió al hogar celestial nuestro amado hermano y siervo del Señor Jesucristo, Armando Di Pardo.

Esforzado luchador por la verdad del Evangelio, nació en un hogar que albergó la Primera Iglesia Bautista Italiana en Buenos Aires. Por razones de residencia se congregó y luego bautizó en la Iglesia de Los Discípulos de Cristo, tomando luego cursos en el Seminario “Unión” de Discípulos, Metodistas, Valdenses y Presbiterianos.

Tristemente, a través de dicho Seminario, influencias teológicas de carácter racionalista, conocidas como “modernismo liberal”, que negaban la inspiración de la Biblia, y con ello, las doctrinas fundamentales del cristianismo, movieron a su padre, Don Liborio Di Pardo a enfrentar tales desvíos. Ayudados por Don Alberto Tallon, realizaron junto con su hermano José María, una campaña en pro de los Principios Fundamentales del Cristianismo. Impedidos por el pastor de la Denominación de seguir en esa lucha, el día 15 de noviembre de 1935, constreñidos a obedecer el mandato Bíblico de redargüir el mal y al ser resistidos y negado arbitrariamente a utilizar las dependencias del templo, iniciaron en la República Argentina, “el éxodo del Nuevo Testamento”, es decir, la obediencia a la  "doctrina bíblica de la separación" de toda "Denominación" inficionada del racionalismo modernista ecuménico, y/o tiranía eclesiástica.

Preparado teológicamente en la fiel Escuela Bíblica de la “Unión Misionera Neo-Testamentaria” establece, juntamente con el grupo de hermanos que se habían separado, liderados por su padre, el 17 de agosto de 1938, una "Iglesia Cristiana Evangélica", en la ciudad de Buenos Aires,  No-Denominacional, Autónoma, Fundamental en doctrina, prácticas, gobierno, misión y esperanza, pastoreándola hasta el día en que partió a la Patria Celestial.

Su ministerio como predicador, pastor, evangelista, enseñador, contando con la ayuda idónea de su esposa y consierva Winifred Dorothy Prichard, fue ampliamente bendecido por el Señor. Llevó el ministerio de la Palabra, luchando por la predicación, defensa y confirmación del Evangelio, en todo lugar: en Campamentos Bautistas en Argentina (años 40), en el Concilio Internacional (fundamental) en Ginebra (1950), constitución del Movimiento ALERTA (1951), en su Primer Congreso (1956), fundación de la Escuela Bíblica de Teología ALERTA (1952), en la proclamación del Testimonio Philadelphia en Argentina, Uruguay y USA (1966), en el Primer Congreso del Testimonio Philadelphia en Necochea (1970).

Continuó la obra del Señor en el ámbito internacional, buscando en amor a hermanos fieles de todas las latitudes para llamarlos a la unidad que establece la Palabra de Dios, apartados de toda especie de apostasía. Presentó este mensaje en varias Convenciones de las IFCA (Iglesias Independientes y Fundamentales de América) en USA (la primera en 1967). Extiendió también esa labor en Europa, predicando en varios países y presentando el Testimonio ante líderes de iglesias de varias naciones (España, Suiza, Francia, Holanda, Inglaterra) en las décadas de 1970 y 1980, estableciendo una sede de la Escuela Bíblica de Teología ALERTA en Barcelona (España). En España y Holanda contribuye a la organización de iglesias independientes conformes al modelo del Nuevo Testamento.

Fue un teólogo que supo con temor reverente profundizar la Palabra de la Cruz. Autor de numerosos libros y publicaciones, de fundamental valor teológico y eclesial: “Síntesis Bíblica de Propósitos, Doctrina y Prácticas de la Iglesia”, “Doctrina Bíblica de la Unidad”, “Qué es el Modernismo”, “Introducción Bíblica”, “Revisando la Revisión de 1960”, “Aprendiendo a orar en la lección de la Cruz”, entre muchos otros títulos, parte de ellos textos de la Escuela Bíblica de Teología que, publicados por Editorial Clie circulan en todo el mundo de habla hispana. El último de ellos “Voces y silencios del Crucificado” inicia una serie de libros aún pendientes de publicación.

Vocero itinerante del Testimonio Philadelphia, residente por varios años en USA, pasó sus últimos años en Argentina, acompañado de su esposa hasta que ella partió con el Señor el 26 de enero del 2000. Residiendo en Olivos dedicó su tiempo a la preparación de libros, no descuidando su ministerio como evangelista misionero, que le llevó a continuar su servicio entre los hermanos en Necochea durante los veranos de 2001 y comienzos del 2002.

Infatigable a pesar de la distrofia muscular que le aquejaba desde su juventud, se durmió en la paz del Señor el 6 de febrero de 2002. Sus últimos momentos fueron para recordar “la alta racionalidad de la Cruz de Jesucristo, que los teólogos modernos no comprenden” y para alabar al Señor entonando en su aliento: “Soy Feliz porque soy de Cristo”.

Puede decirse del hermano Di Pardo, como de otros grandes luchadores del Evangelio, lo que Pablo escribe a Timoteo:

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo á mí, sino también á todos los que aman su venida.” (2Ti.4:7-8)