LA INSPIRACION DE LAS SANTAS ESCRITURAS

Por Armando Di Pardo

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 INDICE

I. Definici�n y prop�sitos de la inspiraci�n. Referencias del Antiguo y Nuevo Testamento.

1. Inspiraci�n: Definici�n; prop�sitos

2.Algunas referencias en el Antiguo Testamento

3.El testimonio del Nuevo Testamento

4 El texto cl�sico por excelencia, que define claramente la verdad en estudio

5. Conclusi�n

 

II. TESIS VERDADERAS: INSPIRACION VERBAL Y PLENARIA

1. Inspiraci�n verbal

2. Inspiraci�n plenaria

 

 

 

I. Definici�n y prop�sitos de la inspiraci�n. Referencias del Antiguo y Nuevo Testamento.

1. Inspiraci�n: Definici�n; prop�sitos

Inspiraci�n es aquella actividad propia del Esp�ritu Santo, ejercida "sobre", "dentro", y "a trav�s" de la mente y personalidad de los escritores sagrados, en virtud de la cual fueron �stos capacitados para declarar o registrar, sin incurrir en error ni contradicci�n alguna, la revelaci�n de Dios seg�n Su mente y voluntad. Tr�tase de un influjo sobrenatural, de Dios "al" hombre, "en" el hombre y "por medio" del hombre.

Tal actividad e influjo, fueron ejercidos por el Esp�ritu Santo: (a) "sobre" o "al" escritor sagrado, como un impulso divino que le induc�a y predispon�a a escribir; (b) "dentro" o "en" el escritor revel�ndole las materias o asuntos que deb�a registrar, d�ndole, como escogiendo del lenguaje propio del mismo, las palabras adecuadas a esa revelaci�n; (c) "a trav�s" o "por medio" del escritor, gui�ndole y utiliz�ndole de tal manera que �ste registraba exactamente lo que el Esp�ritu de Dios quer�a que fuese registrado, sin anular por ello el estilo personal del hagi�grafo, sino dentro de su propia modalidad.

En cuanto a los prop�sitos de la inspiraci�n, pueden sintetizarse diciendo que fueron los de dar a conocer a los hombres maravillas de Dios, especialmente en relaci�n con: (a) el mismo Dios, Su personalidad, atributos y gloria; (b) obras de Dios, tanto en t�rminos generales como muy particularmente las relacionadas con la redenci�n de nuestras almas a fin de que conoci�ramos el camino de nuestra salvaci�n eterna, y (c) todos los dem�s asuntos que integran los registros de las Santas Escrituras, los cuales nos ata�en en una u otra manera, tanto respecto del pasado, del presente, como del futuro.

2. Algunas referencias en el Antiguo Testamento

Del pasaje en n�meros 11: 16 a 30, veamos solamente algunos textos:

"Entonces Jehov� dijo a Mois�s: J�ntame setenta varones de los ancianos de Israel..." (v. 16). "Y yo descender� y hablar� all� contigo; y tomar� del esp�ritu que est� en ti y pondr� en ellos... " (v. 17). "Y sali� Mois�s y dijo al pueblo las palabras de Jehov�; y junt� los setenta varones de los ancianos del pueblo, e h�zoles estar alrededor del tabern�culo" (v. 24). "Entonces Jehov� descendi� en la nube, y habl�le; y tom� del esp�ritu que estaba en �l y p�solo en los setenta varones ancianos; y fue que, cuando pos� sobre ellos el esp�ritu, profetizaron y no cesaron" (v. 25).

Aunque estos textos no tratan espec�ficamente de escritores —excepci�n hecha de Mois�s—, lo que deseamos hacer notar aqu� es que el Esp�ritu de Dios deb�a ser puesto "sobre" y "en" los instrumentos humanos escogidos y reci�n entonces manifest�banse, "por medio" o "a trav�s" de ellos, los justos juicios de las Palabras de Dios. Se trata exclusivamente de un influjo sobrenatural que les capacitaba realmente para funciones prof�ticas. Puede consultarse a este mismo respecto el texto de 1�. Samuel 19: 19 a 24, que trata del tan conocido caso de Sa�l y sus mensajeros, que al llegar donde se hallaba refugiado David, profetizaron porque vino sobre ellos el Esp�ritu de Jehov�.

JEREMIAS 1: 1 a 9: "Las palabras de Jerem�as hijo de Hilc�as..." (v. 1). "La palabra de Jehov� que fue a �l..." (v. 2). "Fue pues palabra de Jehov� a m�, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conoc�, y antes que salieses de la matriz te santifiqu�, te di por profeta a las gentes" (v. 5). "Y yo dije: �Ah! �Ah! �Se�or Jehov�! He aqu�, no s� hablar, porque soy ni�o" (v. 6). "Y d�jome Jehov�: No digas, soy ni�o; porque a todo lo que te enviar� ir�s t�, y dir�s todo lo que te mandar�. Y extendi� Jehov� su mano, y toc� sobre mi boca; y d�jome Jehov�: He aqu� he puesto mis palabras en tu boca" (v. 9). Notemos en este texto tres hechos:

1) Las palabras de Jerem�as son identificadas con las palabras de Jehov� (v. 1 y 2). Con ello se establece que los mensajes eran divinos, dados por Dios al hombre y por medio del hombre a los dem�s hombres.

2) El tal hombre era un vaso escogido por Dios; y en este caso, el Se�or declara que tal escogimiento lo realiz� antes que el tal hombre fuera concebido. Adem�s, antes de ser nacido ya lo hab�a santificado, apartado y dado por profeta a las gentes (v. 5).

3) Que tal aptitud no era fruto natural del siervo escogido, como proviniendo de su capacidad humana, sino, por el contrario, se trataba de una obra sobrenatural, divina, en y a trav�s de aqu�l, y s�lo en virtud de tal obra, pod�a el siervo de Dios hablar las palabras de Dios (v. 6 a 9).

 

JEREMIAS 36: 1 - 2: "Y aconteci� en el cuarto a�o de Joacim hijo de Jos�as, rey de Jud�, que fue esta palabra a Jerem�as, de Jehov�, diciendo: T�mate un rollo de libro, y escribe en �l todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Jud�, y contra todas las gentes, desde el d�a que comenc� a hablarte, desde los d�as de Jos�as hasta hoy."

Ahora vemos claramente que fue la voluntad de Dios que Sus mensajes dados "a" y "por" los profetas escogidos fueran escritos y registrados �ntegramente. Todas las palabras, sin faltar una, deb�an ser escritas. Tal era el mandamiento y a �l deb�an sujetarse los escritores. No pod�an ni deb�an quitar ni agregar nada. "...todas las palabras que te he hablado... desde el d�a que comenc� a hablarte, escr�belas; t�mate un rollo de libro y escr�belas." S�, las escrituras han sido escritas no por voluntad humana, sino por voluntad de Dios, no con palabras de humana sabidur�a, sino con palabras de Dios. Las palabras que Dios hab�a hablado, eran las palabras que Jerem�as deb�a escribir. (Ver, tambi�n, v. 3, 4 y 14 a 18.)

EXODO 17: 14: "Y Jehov� dijo a Mois�s: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josu� que del todo tengo de raer la memoria de Amalec de debajo del cielo."

En esta cita vemos que Dios mand� registrar, adem�s de sus revelaciones extraordinarias, ciertos hechos hist�ricos ordinarios en la vida de los pueblos, que conten�an lecciones hist�rico-espirituales provechosas para la posteridad y que eran del dominio del conocimiento propio de sus siervos Es un caso t�pico de inspiraci�n a escribir lo que hab�a ya sucedido, que Mois�s conoc�a de por s�, y que el Se�or deseaba quedara registrado tal como hab�a acontecido. Es interesante, adem�s, observar que el Se�or agrega una palabra prof�tica al registro hist�rico, cuando revela a Mois�s que diga a Josu� "que del todo tengo de raer la memoria de Amalec debajo del cielo". (Ver, en esta misma l�nea de pensamiento, lo que dice: Deuteronomio 31: 19, 22, 24 a 26.)

3. El testimonio del Nuevo Testamento

a) Respecto al Antiguo Testamento:

2�. PEDRO 1: 19 a 21: "Tenemos tambi�n la palabra prof�tica m�s permanente, a la cual hac�is bien de estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el d�a esclarezca, y el lucero de la ma�ana salga en vuestros corazones. Entendiendo primero esto, que ninguna profec�a de la Escritura es de particular interpretaci�n, porque la profec�a no fue en los tiempos pasados tra�da por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Esp�ritu Santo."

En este texto se revelan aquellas partes que hemos establecido en nuestra definici�n de la inspiraci�n, tanto "sobre" los profetas, pues nos dice: "la profec�a no fue tra�da por voluntad humana", d�ndonos con ello a entender que la iniciativa, gu�a y acci�n son exclusivamente obra de Dios; como "en" y "a trav�s" de los profetas: "hablaron siendo inspirados del Esp�ritu Santo". Y es interesante observar que en los vers�culos precedentes, v. 16 a 18, el ap�stol Pedro registra la gran experiencia que tuvo junto con Jacobo y Juan en el monte de la transfiguraci�n, donde pudieron o�r en forma externa y perfectamente audible la misma voz del Santo Padre Celestial, y recalca el hecho de que ellos no siguieron f�bulas como por arte compuestas, sino hechos reales y verdaderos.

Adem�s, se nos informa con toda claridad que los varones portavoces de la palabra de Dios eran vasos escogidos y santificados, completamente rendidos a la voluntad del Se�or: "los santos hombres de Dios".

b) Respecto a los escritos apost�licos:

2�. PEDRO 3: 1, 2 y v. 15 a 16. "Car�simos, yo os escribo ahora esta segunda carta, por las cuales ambas despierto con exhortaci�n vuestro limpio entendimiento; para que teng�is memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y de nuestro mandamiento, que somos ap�stoles del Se�or y Salvador. Y tened por salud la paciencia de nuestro Se�or; como tambi�n nuestro amado hermano Pablo, seg�n la sabidur�a que le ha sido dada, os ha escrito tambi�n; casi en todas sus ep�stolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas dif�ciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como tambi�n las otras Escrituras, para perdici�n de s� mismos."

En este texto se nos muestra que los escritos apost�licos son tambi�n producto, no de humana sabidur�a, sino de la "sabidur�a que les fue dada", es decir, de Dios. Tales escritos son puestos aqu� en pie de igualdad con los del Antiguo Testamento, lo que da as� �nfasis al hecho de que tanto el Antiguo como el nuevo Testamento eran —y son— las Escrituras producidas en virtud de tal Sabidur�a.

JUAN 20: 30, 31: "Y tambi�n hizo Jes�s muchas otras se�ales en presencia de sus disc�pulos, que no est�n escritas en este libro. Estas empero son escritas, para que cre�is que Jes�s es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, teng�is vida en su nombre."

Se nos revela la bondad del Se�or en hacer que sus siervos escribieran los hechos del Se�or, para que nosotros leyendo los escritos y crey�ndolos, recibi�ramos vida eterna.

Comparar sobre el mismo tema:

1�. JUAN 5: 13: "Estas cosas he escrito a vosotros que cre�is en el nombre del Hijo de Dios, para que sep�is que ten�is vida eterna, y para que cre�is en el nombre del Hijo de Dios."

1�. JUAN 1: 1 a 4: "Lo que era desde el principio, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y vimos, y testificamos y os anunciamos aquella vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido). Lo que hemos visto y o�do, eso os anunciamos, para que tambi�n vosotros teng�is comuni�n con nosotros: y nuestra comuni�n verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Y estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido".

Con toda claridad, se nos declara aqu� que los escritos apost�licos (obs�rvese c�mo el ap�stol Juan usa el plural), son el fiel testimonio de las realidades visibles, audibles y tangibles, tocantes al Verbo de Vida, registradas con el bendito prop�sito de que el gozo de los creyentes sea completo.

4. El texto cl�sico por excelencia, que define claramente la verdad en estudio

2�. TIMOTEO 3: 14 a 17: "Empero persiste t� en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de qui�n has aprendido; y que desde la ni�ez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en Cristo Jes�s.

TODA ESCRITURA ES INSPIRADA DIVINAMENTE y �til para ense�ar, para redarguir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra".

Notemos tres puntos en este texto:

1) Define a las Escrituras como Sagradas, con capacidad para impartir una sabidur�a que puede hacer sabio para la salvaci�n o salud por la fe que es en Cristo Jes�s (v. 15). No se trata, pues, de escritos comunes y de sabidur�a com�n; es una cuesti�n Sagrada y vital, que imparte sabidur�a sobrenatural y salvadora.

2) Define a "toda Escritura", lo que incluye en su significado tanto a las del Antiguo como a las del Nuevo Testamento, es decir, a la Biblia considerada como un todo. Y aunque el Nuevo Testamento a�n no estaba concluido, ni compilado como los tenemos ahora, debe no obstante quedar incluido en la sentencia, pues ya hemos sabido por el ap�stol Pedro que los escritos apost�licos eran considerados en pie de igualdad con las otras Escrituras. As� es que TODAS estas, quedan definidas como "INSPIRADAS DIVINAMENTE", ("Theopneustos", en el original griego), expresi�n fuerte, significando dadas por el aliento divino, como la misma "respiraci�n" de Dios. Esto es concluyente y tiene la fuerza de una palabra final y autoritativa por completo (v. 16).

3) Define los santos prop�sitos de los santos escritos, al discernirles su utilidad para: "ense�ar, redarguir, corregir, instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra" (v. 17). Es decir, que los prop�sitos son eminentemente pr�cticos y santificantes. Las Escrituras fueron inspiradas divinamente y ense�an para santificar, pasando entre uno y otro extremo de la l�nea, por las fases b�sicas imprescindibles: manifestar lo oculto de los corazones, "redarguir"; lavar los pecados y la mala conciencia de obras de muerte, "corregir"; transformar al individuo por la obra de regeneraci�n y nuevo nacimiento, "instituir en justicia"; edificar y establecer un nuevo ser, "el hombre de Dios"; hecho capaz intelectual, moral y espiritualmente para obrar la voluntad de Dios, "perfecto, enteramente instruido para toda buena obra".

5. Conclusi�n

Y as� podr�amos continuar citando texto tras texto de las Escrituras, dir�amos casi sin soluci�n de continuidad, afirmando la misma verdad: los escritos del Antiguo y del Nuevo Testamento, son los registros fieles de las palabras inspiradas por el Esp�ritu Santo, a los santos hombres de Dios.

Por lo tanto:

La BIBLIA puede ser calificada de SANTA con toda propiedad, y definida terminantemente como. LA PALABRA DE DIOS pura y sin m�cula.

 

II. TESIS VERDADERAS: INSPIRACION VERBAL Y PLENARIA

1. Inspiraci�n verbal

Definici�n: Por Inspiraci�n Verbal significa que el Esp�ritu Santo inspiraba tanto los temas o ideas como las mismas palabras en que eran declarados, desarrollados y escritos.

Ello no implica que los escritores fuesen meros aut�matas. Ya hemos visto en la lecci�n anterior que los mismos eran "santos hombres de Dios" que "hablaron siendo inspirados del Esp�ritu Santo" (2 P. 1: 21), de modo que cumplieron su cometido como voceros o instrumentos escogidos, hablando y escribiendo como conductos santificados por la obra y bajo la inspiraci�n espiritual de Dios. Trat�base, pues, de siervos del Se�or hechos aptos para la tarea por la obra especial del Esp�ritu Santo, que manten�an �ntima comuni�n espiritual con Dios y estaban plenamente identificados con Su obra en y por medio de ellos, de la cual eran plenamente conscientes. No se trataba de mera actitud pasiva o est�tica sino din�mica, rica en comuni�n espiritual activa y plena, de la cual ten�an pleno discernimiento y en la cual se gozaban.

2 Samuel 23: 1 - 3: " Estas son las postreras palabras de David... el ungido del Dios de Jacob, el suave en c�nticos de Israel: EL ESPIRITU DE JEHOVA HA HABLADO POR MI Y SU PALABRA HA SIDO EN MI LENGUA." (v.1, 2). Vemos claramente all� que David fue ungido de Dios y que era plenamente consciente de que el Esp�ritu de Jehov� hablaba por su instrumentalidad y que la misma Palabra de Jehov� era dada en su hablar.

Exodo 4: 12, 15: "Ahora pues, ve, que YO SERE EN TU BOCA Y TE ENSE�ARE LO QUE HAYAS DE HABLAR. T� hablar�s a �l (a Aar�n, v. 13, 14) y pondr�s en su boca las palabras, Y YO SERE EN TU BOCA Y EN LA SUYA Y OS ENSE�ARE LO QUE HAYAIS DE HACER."

L�anse, en esta misma conexi�n, las siguientes escrituras: Jos. 1: 1; Is. 6: 8 - 10; Jer. 16: 1, 2 y cp. 18: 1 - 6; Hch. 1: 16 y cp. 28: 25 - 27; 1 Tim. 4: 1.

Veinte veces Isa�as dice que sus escritos son las palabras de Jehov�; casi cien veces repite Jerem�as "As� dice Jehov�" o usa palabras que equivalen a esa afirmaci�n; Ezequiel declara unas setenta veces que lo que escribe lo registra por revelaci�n de Jehov�. El testimonio pues, es de car�cter masivo.

2. Inspiraci�n plenaria

La definici�n de la Inspiraci�n Plenaria, que completa a la Inspiraci�n Verbal, se integra con dos conceptos igualmente ciertos y v�lidos que refieren tanto a la totalidad de la Inspiraci�n como a la particularidad del modo o modos de ser ejercida por el Esp�ritu de Dios en y a trav�s de los instrumentos humanos. Ve�moslos seguidamente.

1�. Que "TODA" la Biblia y no solamente "algunas de sus partes" fue inspirada por Dios.

"Plenaria" (del lat�n "plenarius") califica aquello que est� completo o cumplido, abarcando la totalidad del sujeto u objeto as� calificado. Se aplica pues con toda propiedad a la inspiraci�n de la Biblia, de toda ella, como est� escrito:

"TODA ESCRITURA ES INSPIRADA DIVINAMENTE" (2 Tim. 3: 16).

Y aunque la part�cula "es" ha sido motivo de controversia pues no consta en el griego (de all� que en las versiones fieles figure en el tipo de letra bastardilla o it�lica; y algunos traductores creen mejor citarla despu�s que "inspirada divinamente" y no antes; y algunos comentaristas piden se omita del todo), tal incidencia en nada afecta la cuesti�n de fondo en estudio. El texto clave es claro, pues lee: "TODA ESCRITURA" (algunos prefieren la alternativa "CADA ESCRITURA" que tampoco cambia el concepto sino que lo confirma), lo cual bien se identifica con la declaraci�n del vers�culo anterior (v. 15) que lee: "LAS SAGRADAS ESCRITURAS", o sea, el volumen sagrado en forma total. LA SANTA BIBLIA ES, PUES, LA PALABRA DE DIOS.

Yerran los "racionalistas modernistas" que contienden que la Biblia no "ES" sino que "CONTIENE" (sea en t�rminos generales o sea s�lo en algunas partes) la Palabra de Dios. Algunos objetan que en la Biblia se registran palabras de Satan�s y por eso, dicen, no debe afirmarse que "toda" la Biblia fue inspirada. Pero tal objeci�n de ciertos "cr�ticos" queda autom�ticamente insolvente si se aclara que la Inspiraci�n del Esp�ritu Santo consisti� en tal caso en guiar al escritor a registrar esas palabras. El mismo principio se aplica igualmente para todos los dem�s casos en los cuales no es Dios mismo quien se identifica hablando. Adem�s, dicho sea de paso, n�tese lo capcioso de tal objeci�n si se considera que algunos que la formulan no creen en la existencia del diablo...

2�. Que el Esp�ritu Santo inspiraba las materias y verdades, dando libertad, en ciertos casos, a los escritores, para expresarlos en su propia manera, lenguaje y estilo humanos, aunque gui�ndolos y supervis�ndolos sobrenaturalmente en forma tal que los escritores jam�s incurrieron en error ni contradicci�n alguna.

Esta declaraci�n ha sido objetada, tanto por los "modernistas" como por algunos creyentes, como pasamos a ver.

Los "modernistas-racionalistas" se toman de la primera parte de la citada definici�n, para arg�ir que al quedar en libertad los escritores para verter en su propia manera, lenguaje y estilos humanos, los temas y verdades inspirados por Dios, incurrieron en los errores que caben esperarse en toda obra hecha por los hombres. Por lo tanto, dicen, la Biblia contiene muchos pasajes viciados con tales errores. Observe el lector que tal contenci�n de los modernistas racionalistas desglosa la definici�n o la divide en dos partes, tomando s�lo algunos conceptos de la primera parte, pero omitiendo totalmente la segunda parte, que dice que Dios gui� y supervis� sobrenaturalmente a los escritores, con lo cual toda posibilidad de errar qued� totalmente neutralizada o anulada y, por lo tanto, en la Biblia no hay error alguno.

La segunda objeci�n proviene de algunos creyentes poco avisados, que, no comprendiendo bien o no aceptando tal gu�a ni control sobrenatural por parte del Esp�ritu Santo sobre los escritores, a quienes dio en ciertos casos libertad de expresi�n, han rechazado totalmente esta definici�n y hasta han llegado a considerarla como una teor�a falsa. Algunos, arguyen que "no existe libertad donde hay control", palabras que parecen impresivas, sin duda, pero que no se aplican cabalmente al caso en foco. Tanto unos como otros se equivocan, por las siguientes razones:

a) Interpretan mal el concepto mismo de la definici�n, que no trata de una libertad que conduce a "ocasi�n a la carne", sino que se trata �nicamente de LIBERTAD DE EXPRESION DE LA VERDAD, DENTRO DE LA VERDAD. No es libertad para que puedan tergiversar con propias interpretaciones el material o asunto revelado. No se trata de una acci�n de "inspiraci�n natural" del escritor para expresar la inspiraci�n dada por Dios, con las consiguientes posibilidades de equivocaci�n. Se trata, repetimos, de libertad de expresi�n, dentro y de, la verdad, estando all� presente el Esp�ritu para evitar toda desviaci�n.

b) Limitan las grandes posibilidades divinas, o sea, la acci�n sobrenatural del Esp�ritu Santo que puede inspirar y al mismo tiempo guiar y supervisar sobrenaturalmente al instrumento humano, escogido para la realizaci�n de la necesaria parte humana de la tarea: escribir en manera inteligible, en el lenguaje humano, los misterios revelados. Por eso leemos: "Y d�jole Jehov�: t�mate un gran volumen y escribe en �l EN ESTILO DE HOMBRE (o a la manera y forma o caracteres propios del hombre) ..." (Is. 8: 1).

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En Isa�as 30: 8, tambi�n se dice: "Ve pues ahora y escribe esta visi�n en una tabla delante de ellos y asi�ntala en un libro, para que quede hasta el postrero d�a, para siempre por todos los siglos". N�tese el imperativo divino y la intenci�n de permanencia con que Dios orden� escribir los libros del canon b�blico. Ver adem�s: Jer. 30: 1, 2 y 36: 1 – 4, 14 – 18; Lc. 1: 1 - 4; Hch. 1: 1, 2.

Por �ltimo citamos un vers�culo que puede considerarse cl�sico sobre el asunto en discusi�n, pues contiene muy rica luz sobre el t�pico: En 1�. Cor. 7: 25, leemos: "Empero de las v�rgenes no tengo mandamiento del Se�or; mas doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Se�or para ser fiel". Obs�rvese que, aunque el ap�stol confiesa no haber recibido un mandamiento espec�fico, con todo, en virtud de que ha alcanzado misericordia para ser fiel (declaraci�n que salvaguarda as� los derechos divinos), puede hablar con propiedad y con libertad de expresi�n dentro de la verdad, sobre asuntos pr�cticos de importancia.

Concluimos diciendo que: aceptamos plenamente la Inspiraci�n Verbal y Plenaria de las Escrituras, pues emana de las mismas p�ginas de la Biblia; tanto la que refiere a las Escrituras como la Palabra de Dios en su totalidad, cuanto la que refiere a la inspiraci�n que contempl�, en ciertos casos, dar las palabras mismas y, en otros, guiar a elegirlas o controlar las elegidas por los escritores, a fin de que ning�n caso incurrieran en error, ni contradicci�n de ninguna especie, en ning�n sentido o direcci�n.