LA ESPERANZA BIENAVENTURADA DEL CREYENTE:

EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA

Presentado por Armando Di Pardo

Resoluciones del Primer Congreso Plenario del Testimonio "Philadelphia"

Necochea, Argentina, 15 al 17 de Agosto de 1970

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La "esperanza bienaventurada" del cristiano renacido, es la Venida del Señor para tomar a Sí mismo a la Iglesia, conforme lo prometió (Jn. 14:1-3; Ap. 22:20).

Somos conscientes que, según las Escrituras, la Segunda Venida del señor se realizará en dos etapas: en la primera, el señor descenderá del cielo a la esfera espacial desde donde arrebatará a los suyos; y la segunda etapa marcará su descenso a la tierra con los suyos para establecer el reino milenial. Aquí nos referimos solamente a la primera: el arrebatamiento de la Iglesia, o para discernir los hechos que lo fundamentan , los cuales abarcan dos aspectos: 1) los que tienen que ver con requerimientos Soteriológicos, y 2) los que se relacionan con requerimientos Escatológicos:

1.       En orden a la Soteriología (Ciencia de la salvación), la Venida del señor para arrebatar a los suyos se fundamenta en la necesidad de salvación de nuestro cuerpo.

1.       Los renacidos, que por serlo ya somos salvos en lo espiritual, esperamos aún la adopción en lo corporal es, a saber, la redención de nuestro cuerpo, la cual es parte de nuestra esperanza (Ro. 8:14-17, 23). Esa redención será obrada por el señor en el día de su venida, resucitando en gloria el cuerpo de los que durmieron en Él y transformando el cuerpo de los renacidos que vivan sobre la tierra (1ª Co. 15:51, 52). Y todos juntos, seremos arrebatados para recibir al Señor en los aires (1ª Ts. 4:16).

2.       Esa redención física de los creyentes renacidos, se fundamenta en la obra consumada por Cristo Jesús en la Cruz del calvario. Allí, al quitar y deshacer el pecado (Jn. 1:29; He. 9:26), el señor destruyó con ello a la causa de la muerte (Ro. 6:23ª; 1ª Co. 15:56ª) y, consecuentemente, la muerte quedó muerta (Oseas 13:14) por lo cual nuestro Señor no pudo ser detenido en ella y resucitó (Actos 2:24) y ascendió a los cielos como nuestro representante y garantía de nuestra resurrección (1ª Co.15:20, 23; Ef. 2:6, 7; Col. 3:1, 4; 1ª Ts. 4:14; He. 6:17-20).

3.       La redención de la materia física en nosotros, proveerá nuestra necesidad de un estado perfecto para perfecta comunión con el señor y pleno servicio a Él, pues tendremos un "espiritual cuerpo" (1ª Co. 15:35-58) que será "semejante al cuerpo de su gloria" (Fil.3:21). "Seremos semejantes a él porque le veremos como él es" (1ª Jn.3:1-2).

1.       En orden a la Escatología (la ciencia de las últimas cosas), el arrebatamiento de la Iglesia es necesario para proveer lugar y marco adecuado a ciertos hechos que sería imposible realizar sobre una tierra que estará convulsionada bajo el poder del Anticristo y la Tribulación. Estos hechos son:

a)      El establecimiento y funcionamiento del Tribunal de Cristo, ante el cual comparecerán los salvados para recibir las recompensas preparadas por su vida de servicio fiel (Ro.14:9-10; 2ª Co.5:10; 1ª Co.3:8-15; Ap. 22:12).

b)      La realización de las Bodas del Cordero. Una vez galardonada la Iglesia como Esposa consorte, recibirá su más grande galardón: Al Esposo Mismo. Y éste, a su vez, recibirá el premio del trabajo de su alma (Is. 53:11ª), el fruto de la Cruz: la Esposa que él ganó por su sangre (Actos 20:28; 2ª Co.11:2; Ef. 5:22-32; Ap. 22:5-8). Los santos de las anteriores dispensaciones, serán los "amigos del Esposo" convidados a las bodas (Jn. 3:27-29; Ap. 22:9).

c)       La preparación de los creyentes para su acción futura en el reino milenario de Cristo sobre la tierra (Mt. 11:28; 2ª Tim.2:12; Ap. 5:10).

El tiempo del cumplimiento.

1.       El día y hora del advenimiento del Señor "por" los suyos, no nos es dado conocer (Mr. 13:32). Pero sí está revelado en la Palabra que el arrebatamiento de la Iglesia ocurrirá ANTES del período de Tribulación, de la "semana de años" (Dan.9:27) que serán los siete años proféticos del Gran Anticristo de la Historia (2ª Ts. 2:1-4, comp. 1ª Jn. 2:18). La Iglesia no pasará por la Tribulación, por varias razones:

a)      No hay propósito para ella, en ese período sobre la tierra: no está puesta para la ira sino para alcanzar salud (1ª Ts. 5:4-11); por lo cual tiene promesa de ser librada de aquella hora (1ª Ts. 1:10; Ap. 3:10).

b)      El Anticristo no podrá tomar dominio "hasta que sea quitado de en medio el que ahora impide" (2ª Ts. 2:6-10). Y el que impide al espíritu del Anticristo, ha sido y es el "Espíritu de Verdad", o sea el Espíritu Santo (1ª Jn. 4:1-6, comp. Jn. 14:17). Y como el Espíritu Santo mora y actúa especialmente en y por medio de los renacidos, son éstos entonces quienes deben ser quitados de "oikoumene" (tierra habitada, lo cual lo hará el Señor en el día de su venida. Día de gozo para los creyentes, será el principio de dolores in paralelo en la Historia sobre el mundo incrédulo y los falsos profesantes (Ap. 12:9-13) y "tiempo de angustia para Jacob" el pueblo de Israel (Jer. 30:7; Dan. 9:27; Ap. 12:1-6).

1.       Al discernir las "señales de los tiempos" vemos que el mundo marcha a ritmo acelerado para el día y reino del Anticristo (Dan. 7:25; 8:23-25; 9:27; 11:36-39; 12:4-7; Mt. 24:11, 12, 32-42; Lc. 17:26-37; 18:8; 21:11, 24-27; Actos 20:28-30; col. 2:8; 1ª Ti. 4:1-2; 6:20; 2ª Ti.3:1-9; 2ª P. cps. 2 y 3; Judas 3:19; etc.).

Por lo tanto, el "día de Cristo" (Fil. 1:6, 10) en que vendrá por su pueblo, está cercano, a las puertas, ya que el arrebatamiento de la Iglesia es el primer acontecimiento en el orden cronológico de tales eventos (Mt. 24:32-33).

POR LO TANTO, CONFESAMOS:

1.       La cercanía del cumplimiento de la esperanza bienaventurada, nos constriñe a los hijos de Dios, a obedecer las claras admoniciones de velar, amar la venida del Señor y prepararnos para ella (Mt. 24:42; Mr. 13:35-37; 2ª Ti. 4:8: 1ª P. 4:7).

2.       Tales prevenciones, de carácter urgente, tienen naturaleza santificadora (1ª Jn. 3:1-3). Nuestra vida debe ser enmarcada en el contexto de la esperanza bienaventurada (Lc. 12:33-48; Ro. 13:11-14; Tit. 2:8-14). El tiempo es corto: urge la evangelización de las almas y la denuncia al mundo de lo que espera. Urge que seamos santos y fieles en esta hora postrera (Ef. 1:2; Col. 1:2; 1ª P. 1:13-21; 4:7, 12-19; Ap. 2:10 comp. Ap. 17:14). La figura profética de Enoc que caminó con Dios y fue traspuesto antes del diluvio, se nos hace muy clara en la vigilia (He. 11:5). Y mientras levantamos nuestra cabezas esperando al Redentor, repitamos con fervor la oración de la esperanza bienaventurada : "VEN SEÑOR JESÚS" (Ap. 22:20).-